“Más allá de lo que nos afectó a todas las personas, la pandemia impactó en la comunicación y en la posibilidad de encontrarnos con otras personas. Con respecto a la escuela, afectó el vínculo afectivo pedagógico. Se puso en evidencia que las maestras y los maestros son indispensables. Y si bien ya lo sabíamos, desde algunos discursos parecía que la tecnología iba a suplir la tarea docente y, por supuesto, comprobamos que eso no es posible. En todo caso, es un recurso que se utiliza para desempeñar y realizar tareas que tienen que ver con lo pedagógico y didáctico”. La que habla es Fernanda Felice, licenciada en fonoaudiología, docente de la Universidad Nacional de Rosario y escritora.

La profesional hizo hincapié en ese lazo, que en muchos casos no pudo ser sostenido, ni por clases virtuales ni a través de dispositivos tecnológicos y que influyó en los aprendizajes, “porque siempre aprendemos con otras personas y esos nuevos saberes se construyen junto a sus docentes y a sus compañeros”. La autora de "El tiempo de ser niñas y niños" y "Cuentos desobedientes" destaca el regreso al aula “sobre todo para aquellas infancias, que de algún modo, quedaron relegadas por la situación de desigualdad, que ya existía, pero que se puso en evidencia" y remarca que "la posibilidad de volver a la escuela, es de algún modo, la posibilidad de seguir aprendiendo y construyendo nuevos saberes”.

Acá, la entrevista que dio a Rosario3.

–¿Cómo se vive el regreso al aula?

Todas las niñas, niños y adolescentes con los que trabajo, tenían muchos deseos de volver. Extrañaban todo lo que sucede en la escuela, todo lo que se comparte, más allá de lo que se aprende. En ese sentido era un retorno muy esperado. Trabajo con chicos a los que les cuesta aprender y muchas veces la escuela les genera algunos pesares y malestares y, sin embargo, estaban muy deseosos de esta vuelta. Trabajando con algunos más pequeñitos, hay algunas medidas de cuidado de las cuales se han apropiado y otras no tanto y por ahí surgían confusiones.

–¿Hay temores en los niños a la hora de volver?

En líneas generales no hay temor, en todo caso había incertidumbre, inquietudes y preguntas sobre cómo va a ser esta escuela, cómo se iban a relacionar, cómo iban a ser los recreos, si iban a poder jugar o abrazarse. Muchas veces tiene que ver con el modo en que las familias transmiten los temores en relación al covid, al fantasma de la muerte en torno a los seres queridos, sobre todo en los abuelos o los peligros. Me pasó con casos muy puntuales de adolescentes que tienen más nivel de conciencia respecto de la situación de la pandemia y manifestaron el temor puesto en el posible contagio y en enfermar porque está la conciencia que tienen de que ellos también pueden contagiar a alguien al que quieren.

–¿Qué implica el retorno a la presencialidad para las infancias?

La escuela es un lugar muy importante para las infancias, no solo por los aprendizajes que se construyen allí, sino porque es la segunda institución social luego de la familia, en la cual crean lazos con pares y con otras personas adultas que son sus docentes. Allí aprenden a convivir en comunidad y eso es fundamental. Aprenden normas, reglas, cuestiones que tienen que ver con el cuidado, el respeto y la tolerancia, por lo cual es fundamental.

–¿Qué se perdió en este año de pandemia?

La posibilidad que genera la escuela de sociabilización, de encontrarse con pares, para jugar, compartir, aprender, conversar. Por supuesto el aprendizaje se sostuvo gracias a la tarea docente, pero se necesita de la cercanía del lazo pedagógico y afectivo que se establece entre chicos, chicas, maestros y maestras, eso es incomparable. Por supuesto se pusieron todos los esfuerzos posibles para sostener la escuela a la distancia pero lo que sucede en el espacio físico de la escuela no se puede comparar con la virtualidad o con cualquier recurso con el cual se pueda intentar acompañar.

–¿Dónde debería esta ‘nueva escuela’ posar la mirada?

Me parece que en todos los niveles educativos lo que hay que dar es tiempo, para que se puedan compartir las vivencias durante todo este año en el cual no pudieron estar presentes en la escuela ni compartir juntos. Es obvio que en la escuela siempre se dialoga, siempre se conversa, pero me parece que hay que dar más tiempo. Porque lamentablemente, como sucede siempre y esta vez parece no ser la excepción, aparece en escena esto de que hay que recuperar los contenidos, como si asegurar que se cumpla la currícula escolar implica que los niños, niñas y adolescentes aprendan. Ante una situación tan traumática como han transitado, hay que dar tiempo para poner en palabras esas vivencias que han tenido. Y en el caso de las niñas y niños más pequeñitos, es muy importante apostar al juego y la palabra. En el juego ensayan situaciones para las cuales no están preparados en la vida cotidiana, y de esa manera, pueden ir aprendiendo, en este caso, sobre todo, las normas de convivencia escolar, y a construir nuevos aprendizajes. Para quienes son más chiquitos, no es tan fácil respetar las medidas de cuidado, en primer lugar porque no tienen los mismos recursos lingüísticos que las personas adultas, por lo cual necesitan poner el cuerpo para expresarse, y entonces este distanciamiento obstaculiza un poco la comunicación. Los barbijos cubren nuestro rostro, las distancias atenúan las voces y eso puede generar dificultades para comunicarse, para expresarse, para comprender. Son cuestiones para tener en cuenta, porque si no el riesgo es que después si hay algún obstáculo en el aprendizaje, el problema termine siendo de ese niño o esa niña y no se pueda entender que en realidad es el contexto el que favorece que aparezcan ciertas dificultades. Sobre todo en el nivel inicial, la característica del pensamiento es egocéntrico, eso quiere decir que se rigen desde su propio punto de vista, entonces aparecen también dificultades para respetar las reglas y normas pero no por una cuestión de desobediencia o rebeldías, sino que tiene que ver con sus propias capacidades cognitivas. Entonces hay que apostar al juego para que puedan comprender estos nuevos modos de cuidados y de compartir en la escuela.

Por último, la profesional destaca la importancia de la institución educativa: “Lo valioso que tiene la escuela es que le puede demostrar a niños, niñas y adolescentes otras miradas sobre lo que sucede y no solo lo que se vive en el contexto del hogar. Vale para la percepción de esta situación de pandemia que atravesamos ahora como para otras ideas, creencias y sentires que puede ir aconteciendo. En la escuela se pueden mostrar otras alternativas”, culminó.