La industria del juguete argentino atraviesa uno de los momentos más frágiles de las últimas dos décadas. Y, a diferencia de otras crisis que golpearon de manera cíclica al consumo, lo que ocurre ahora tiene un componente estructural: hay menos niños, menos tiempo dedicado al juego físico y más productos importados —muchos inseguros— inundando el mercado.
La advertencia llegó esta semana con fuerza desde la Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ). Su presidente, Matías Furió, sintetizó el diagnóstico con una frase contundente: “En un año pasamos de 199 a 530 importadores de juguetes, de 9 millones a 17,5 millones de kilos importados y con el consumo en caída. Una avalancha sin precedentes”, dijo en Punto Medio (Radio 2).
Un mercado achicado por razones demográficas y culturales
Desde 2015, la tasa de fecundidad en Argentina cayó de 2,4 a 1,4 hijos por mujer: es decir, una baja del 42%. Esa caída configuró un país con menos niños y, por lo tanto, con una demanda potencial menor.
“Es real es que nacen menos chicos y que se consumen menos juguetes. Antes era un problema de Europa, pero ahora se está complicando acá. Pero además, hoy los chicos dejan de jugar a los juguetes cada vez más chicos: cuando salen del colegio, están pensando en agarrar la tablet o la Play. Y se pierden todo lo que genera el juguete o el juego didáctico: compartir con los demás y estimular el aprendizaje y la creatividad”, señala el dirigente juguetero.
Esa exposición cada vez más temprana a las pantallas es, para la Cámara, “un cambio cultural profundo” que aleja a los chicos de los juguetes tradicionales. “Hay que sacarles la tablet para que vuelvan al juguete, pero debemos empezar los adultos. La culpa es nuestra, porque ellos quieren usar lo que nosotros tenemos todo el tiempo. Y cuando nos ven, estamos con el celular. Deberíamos dejarlo, apagarlo y compartir tiempo con ellos. Es difícil, pero no imposible”, comentó.
A estos dos factores se les agregan otros no menos importantes, vinculados a la coyuntura económica: la caída del poder adquisitivo, que impacta en toda la cadena y les pega especialmente a jugueterías de cercanía, cadenas y supermercados, y la sobreoferta de stock que inunda depósitos y vidrieras.
La avalancha importadora y el problema de los “juguetes inseguros
Según Furió, entre enero y octubre de este año ingresaron al país 17,5 millones de kilos de juguetes, un 94% más que el año pasado. De todo eso, el 94,4% provino de China. Y algo más revelador aún: 330 empresas nuevas se sumaron a importar juguetes, más que duplicando el universo tradicional.
“No hay consumo y encima entró más producto de lo que se puede consumir. Hay una sobreoferta: tenemos juguetes para los próximos cinco años. Se saturó el mercado y no vende nadie. Y encima tenemos 330 nuevos importadores, en un mercado que no arranca. Es complicado”, explicó.
El informe también advierte sobre la presencia de artículos inseguros en plataformas online. La CAIJ detectó juguetes vendidos como “compra internacional” que tienen alertas de retiro (recall) en Estados Unidos, y otros que se promocionan como certificados cuando en realidad no cumplen la normativa local. En países de la región se notificaron casos aún más peligrosos: juguetes con metales pesados y sustancias prohibidas. Todo esto, señala la Cámara, exige controles más estrictos en frontera, regulaciones claras sobre la venta online y trazabilidad real.
El presidente de la Cámara Argentina de la Industria del Juguete hizo una observación: “Que el juguete sea de China, no significa que sea malo. Entra de todo: bueno, malo y regular. El tema que lo malo es peligroso para los chicos, y eso es otro problema: que la inspección de calidad se desreguló. Antes, cuando los juguetes ingresaban al país eran controlados por el Estado, pero hoy con una simple declaración jurada pueden entrar. Y no es aconsejable darle un juguete inseguro a un nene porque si se le desprende una pieza, se puede asfixiar. Hay cosas que están buenas desregular, pero otras no”.
Y se preguntó, con ironía: “El otro día escuchaba que van a bajar la velocidad en la Panamericana de 130 a 110 km/h y me parece bárbaro. Pero por otro lado, desregulan los controles de juguetes que vienen de afuera. ¿Qué es más peligroso? ¿Andar a 130 por la Panamericana o darle un juguete inseguro a un niño? No hay coherencia”.
Una industria al límite
El informe concluye que 2025 podría ser el año de mayor ingreso de productos importados en dos décadas, incluso por encima del pico de 2018, pero con una diferencia clave: hoy el consumo está cayendo.
“Nosotros en Argentina debemos tener importación porque nos complementamos. Los productos nuestros son competitivos en algunos rubros, en los que incluso tenemos mejor calidad y precio que los chinos. Nosotros no vamos a hacer un juguete de radiocontrol, pero sí hacemos juegos de mesa, que son de los mejores del mundo en precio y calidad; nuestras masas para moldear son 30% más baratas que las chinas; los juegos para verano, el flota flota, el baldecito, los toboganes; los juegos de los plazas, todo se hace acá y se hace bien. Entonces, ¿por qué traer desde China si acá lo hacemos mejor y más barato?”.
Según la Cámara, las PyMEs fabricantes llegan a este escenario con 6 de cada 10 máquinas paradas. Muchas toman crédito no para invertir sino para pagar salarios y aguinaldos. Y, pese a la reducción del 15% en aranceles, el precio de los juguetes importados no se trasladó a las familias: “El arancel se redujo, pero los juguetes importados no bajaron de precio”, insistió.
Demografía en caída, nuevos hábitos de consumo, sobreoferta, contrabando, importaciones baratas, juguetes inseguros, consumo interno deprimido, máquinas paradas: todo ocurre al mismo tiempo. El sector reclama previsibilidad, controles efectivos y políticas que no sólo regulen la competencia, sino que protejan la seguridad de las familias. Y eviten que la industria siga crujiendo y se termine de quebrar.



