Sebastián, oriundo del barrio Amancay, en Escobar, es un joven de 23 años quien con mucho esfuerzo emprendió en el negocio de las criptomonedas y gracias a ello logró construirse su nueva casa.

En una entrevista con TN el muchacho relató su historia. Sebastián fue abandonado por su padre desde muy chico, a la edad de 13 años. Como consecuencia de ello, totalmente desahuciado, tuvo que irse a vivir con su hermana.

Después de un tiempo, mientras estaba cursando la secundaria, conoció a su actual pareja y se fueron a vivir juntos. “La pasamos feo”, manifestó Sebastián.

Mientras estaba rindiendo las últimas materias que le quedaban para finalizar el secundario y siendo el alumno con el mejor promedio de la clase, comenzó a trabar para la fundación Qué Reciclo como ayudante para el taller de reparaciones. Allí Sebastián se dedicaba a la instalación de software en computadoras. “En un principio me enseñaron a instalar Windows y hacía eso” contó el joven.

Ganando cada vez más experiencia en el ámbito electrónico, Sebastián aprendió a soldar placas y un poco de electrónica. Al cabo de un tiempo, con algunas piezas de computadoras que le regaló la fundación y sumado al aprendizaje que había adquirido, pudo armarse su primera pc.

Una vez que logró tener la computadora, el hábil joven empezó a explorar en internet foros en inglés que explicaban cómo minar criptomonedas, para traducir lo que decían los manuales en inglés se valió del clásico traductor de Google. Todo esto a la par que seguía trabajando para la fundación.

Todo marchaba bien hasta que llegó la pandemia y esto incidió drásticamente en su economía, teniendo que vender algunos aparatos electrónicos con los que minaba. Hay que entender que el servicio para minar criptomonedas se puede usar desde cualquier computadora, porque al estar descentralizado se puede alquilar y de esta manera comenzar a minar. El proceso de minado consiste en programas que realizan operaciones matemáticas complejas relacionadas al mundo de la programación.

De esta forma, con mucha fuerza de voluntad, el joven emprendedor se compró un terreno, lo limpió y procedió cimentar la propiedad. Explica que tuvo que trabajar el doble a causa de las inundaciones que se producían por las lluvias, pero el duro trabajo valió la pena. “Todavía me quedan muchas cosas de la casa por hacer” señaló Sebastián.