–Sofocos, escalofríos, sudores nocturnos, uñas quebradizas, sequedad vaginal, hinchazón. Cambios en el estado de ánimo, piel seca, caída del cabello. Depresión, ansiedad, pérdida de la libido, irritabilidad.

–¿Estás sugiriendo que estoy irritable?

No, que estamos menopáusicas. Por eso hacemos este podcast. Porque la menopausia no es una enfermedad, pero puede provocarnos cambios corporales y molestias que apenas unos años atrás ni siquiera imaginábamos. 

–Esa es la mala noticia. La buena es que hay muchos caminos para transitar mejor esta etapa y acá te lo vamos a contar. 

Con este diálogo comienza cada uno de los episodios de Encendidas, “un podcast para que estés más iluminada que nunca al llegar a la menopausia”, conducido por las periodistas Ingrid Beck y Mariana Carbajal. En este breve intercambio, revelan los signos fundamentales de esta etapa inevitable en la vida de todas las mujeres de la que, sin embargo, se sabe y se habla muy poco. 

Decididas a ponerle palabras que expliquen el proceso y acompañen a todas las mujeres que estén en climaterio, el podcast resulta un verdadero abanicazo de aire fresco contra los calores, pero sobre todo contra el desconocimiento, la incomprensión y la discriminación de la sociedad hacia la madurez femenina y los propios fantasmas. El próximo 6 de septiembre a las 20, lo presentarán en vivo, en La Usina (Jujuy 2844).

Ingrid Beck, periodista y escritora feminista con profunda y variada experiencia en medios de comunicación, admite que negó su propia menopausia –palabra que no le agrada, casi impronunciable como “sequedad vaginal”–pero de la mano de Carbajal, autora del libro sobre la temática Encendidas, fue aceptando su actualidad, convirtiéndola en un motivo para revelarse y transformarse. En diálogo con Rosario3, analizó la estela que deja el estrógeno cuando se retira de los organismos y su impacto en la vida cotidiana. Una entrada en calor para lo que será el vivo en la ciudad.   

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 –¿Por qué se habla poco o nada de la menopausia en medios de comunicación e incluso, entre las propias mujeres?

–Por varios motivos. El primero es que muchos de los temas vinculados con las mujeres han sido silenciados durante muchos años. En particular, este tiene que ver con la vejez y con la estigmatización de esa etapa de la vida. De todos modos el envejecimiento cambió, durante mucho tiempo las mujeres dejábamos de importar a los 50 años cuando entrábamos en la menopausia. 

Básicamente porque dejamos la etapa reproductiva, ya no servimos. Somos descartables, quedamos fuera de combate, de las agendas, de todo. La menopausia siempre fue un sinónimo de vieja en el mal sentido, pero vieja puede ser una palabra que reivindiquemos. 

Siempre fue usado como insulto, como ofensa. Ya se abrieron un montón de conversaciones a partir de la irrupción de los feminismos. Por ejemplo, la conversación sobre la menstruación, pero sobre la menopausia no se abrió y no hay ningún tipo de protocolo de atención médica. Hay protocolo de atención para el embarazo, hay información sobre la menstruación, están incluidas esas cuestiones en la educación sexual integral y sobre la menopausia, cero. 

Otro motivo tiene que ver con la falta de investigación científica en el tema. Recién ahora nos estamos enterando de muchos signos que desconocíamos Recién ahora se está empezando a investigar la relación entre la caída de estrógenos y las consecuencias en los distintos órganos del cuerpo femenino. La medicina siempre estuvo orientada a la salud masculina. 

–¿Los feminismos tienen el desafío de abordar la vejez? 

–Se está hablando bastante de longevidad positiva, como una reivindicación de las viejas, pero las mujeres de más de 45 hasta 60 estamos en un limbo, parece que no existiéramos. No somos ni viejas ni jóvenes y estamos justamente atravesando el climaterio. Y, sí. Creo que hay una deuda del feminismo, una deuda nuestra con nosotras y no estoy tirando la pelota fuera porque soy parte. Como feminista llegué absolutamente desinformada a esta etapa. Un poco por negación y un poco porque no circula información.

Entonces, Mariana Carbajal, quien inició esta esta dupla con la que hacemos el podcast, los shows en vivo y acabamos de terminar de escribir un libro– sale a la venta en octubre– llegó y se informó, pero fue casi una cosa voluntaria. Por suerte, tiene una ginecóloga que ahora es la mía con la que pudo conversar sobre el tema, pero fue una iniciativa individual. No había información disponible, hubo que reunirla. Entonces sí creo que tenemos una deuda con nosotras y que es la que estamos tratando de saldar. Creo que es un activismo que a mí me convoca.

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–¿Negabas tu menopausia?

–Sí hay negación. También hay vergüenza, hablamos bajito, las que estamos atravesando este periodo.

–¿Por qué nos da vergüenza? 

–Tiene que ver con una mirada sobre nosotras mismas que es muy poco empática y tiene que ver, por supuesto, con la circulación de imágenes, de la  reivindicación permanente de la juventud y que el aspiracional es siempre la juventud. Ser como eras, ¿no? Como si pudiéramos volver el tiempo atrás.

Lo único que nos venden son tratamientos para volver atrás, pretenden que  volvamos a ser jóvenes y no vamos a ser jóvenes. Somos jóvenes en otro sentido, pero tenemos algunas características que vale la pena atender. Yo un poco en chiste, un poco en serio, digo que soy del del team de las negadoras, porque a mí la palabra menopausia no se me había pasado por la cabeza.

Tenía un montón de signos que trataba de atender por separado o ignoraba y realmente armé el rompecabezas cuando leí el libro de Mariana Encendidas. Lo admito y trato de convivir con eso lo mejor posible o sigo pasándola mal cuando ahora sé que hay maneras de pasarla mejor. Y además esto de que no soy la única, creo que eso es lo más importante, que no estamos solas, a todas nos pasa, nos va a pasar o nos pasó. Hay más de 2 millones de mujeres en la Argentina en este momento atravesando una menopausia. Somos un montón. ¿Cómo puede ser que no estemos hablando de este tema?

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–¿Cuánto hay de físico y cuánto de mental en la menopausia?

El impacto en la salud mental es muy grande y tiene que ver también con los estrógenos. Es importante saber que no nos estamos volviendo locas o tal vez sí un poco, pero no es una cuestión patológica. Hay ahí una hormona que nos dejó y es como si estuviéramos para quienes fueron madres en un puerperio permanente. Es ese tipo de revolución la que ocurre.

Entonces, el impacto en la salud mental es enorme, sumado a, por ejemplo, el insomnio que también es una de las características. Entonces, estás con insomnio, tenés bajones de ánimo, irritabilidad, sensibilidad, una emocionalidad muy a flor de piel. Todo eso, más Argentina. Es difícil mantenerse optimista, alegre y estable mentalmente. Y el impacto en la salud física también es importante y hay que prestarle mucha atención porque a veces no lo notamos, pero a la larga lo vamos a notar. Como la cuestión de los huesos, por ejemplo, la osteoporosis, todo eso empieza en esta etapa y si no la agarramos a tiempo viene la fractura de cadera.

Hace poco leímos que los sofocos nocturnos, los calores, digamos, que es el clásico signo de la menopausia, cuando son muy fuertes pueden traer consecuencias cardiovasculares. Entonces, tenemos un montón de alertas a las que hay que prestarles atención sin asustarse, que es lo que pasa primero.

Pero sí prestarles atención porque después las consecuencias son importantes y  lo que hacen es desmejorar la calidad de vida muchísimo. Todo eso te va sumando y hace que estés con la salud mental colgando de un hilito y el cuerpo que tampoco te responde como pretendías que te responda. Así que sí, es difícil. 

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–Hay que resistir el paso del tiempo en una sociedad donde la juventud es el el divino tesoro.

–En algunas culturas este período se celebra y nosotros y nosotras lo ocultamos. Es la manera en la que el capitalismo habla de nosotras, ¿no? Escondernos un poco. Entonces me parece que es importante reivindicarlo. Creo que es nuestra función como periodistas y divulgadoras hablar de esto.

Nos parece que este es un buen momento de contar qué nos pasa en esta etapa de la vida, no solamente porque lo personal es político, sino porque nos damos cuenta de que esto ayuda a muchas otras en esta misma situación. Así como el libro de Mariana me abrió los ojos y me dio un abrazo, el podcast está generando también esa oleada de mujeres que agradecen escuchar lo que les pasa. Con el componente del humor porque si no es muy difícil atravesar cualquier cosa. Creo que eso también es un diferencial: es un tema serio, pero nos podemos reír.

Podemos poner palabras y sentirnos menos solas, podemos reírnos de nosotras, y hacer algo que sea una combinación de información, divulgación y humor. 

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–Contame un poco del podcast.

El año pasado estrenamos la primera temporada de Encendidas podcast que está en Spotify. Efectivamente fue uno de los 10 más escuchados en la Argentina. Más de 100 000 reproducciones, o sea, una locura. Creamos una comunidad en Instagram que tiene muchísimas seguidoras también. Y hace 2 semanas estrenamos la segunda temporada del podcast que también está en Spotify. Nos metemos más profundo con algunos temas que nos quedaron de la temporada anterior y trajimos especialistas al estudio que aporten su saber. 

Estamos supercontentas, la verdad, porque nos gusta lo que hacemos, nos divertimos y además nos parece que es útil, así que este es un hermosísimo proyecto.

Tratamos de reivindicar esta etapa para reivindicarnos a nosotras mismas. Tratar de no ocultarnos, abrazarnos. Pensamos que el humor y las amigas son los que finalmente nos van a salvar siempre.