Este jueves se cumple un año de la batalla campal en la sede de Asociación de Trabajadores de la Industria Láctea (Atilra), seccional Rosario, que terminó con la muerte de un dirigente, varios heridos, daños materiales a las viviendas contiguas al sindicato y el cierre de la filial local del gremio. Sin embargo, las responsabilidades del caso aún no fueron establecidas y no hay un sólo detenido.

A pesar de que las actuaciones en la causa –que lleva adelante la jueza de Instrucción N° 5 María Luisa Pérez Vara, y sigue abierta– fueron muchas, no hay detenidos.

Víctor Vega, ex secretario general de Atilra Rosario, declaró en julio pasado en los tribunales y se despegó del asesinato del dirigente cordobés. El dirigente se declaró inocente de los cargos que le imputaban: homicidio en riña e instigador de homicidio simple.

Por la muerte de Cornejo estuvo detenido Raúl Cazón, un patovica que contrató la CTA por 100 pesos y quien recuperó la libertad a fines de julio tras pagar un fianza de 15.000 pesos, pero quedó vinculado a la causa como sospechoso de disparar la bala que mató a Cornejo.

La causa entró ahora en etapa de resolución de la situación procesal de todos los imputados, aunque se estima que esto no se producirá antes de la feria de enero.

Pelea fatal

El 3 de diciembre de 2008 varios sindicatos enrolados en la CTA, además de otras organizaciones sociales y políticas, fueron a la sede local de Atilra ubicada en San Luis e Iriondo. Allí, participaron de un acto de solidaridad con los trabajadores, que unos días antes habían tenido un altercado con militantes de Atilra nacional, identificados con la CGT que lidera Hugo Moyano.

Había de antemano indicios de que algo grave podría suceder ese día. Incluso, la conducción de Atilra Rosario había advertido al gobierno provincial sobre la posibilidad de que se produjeran incidentes por la llegada de militantes del gremio enrolados con la CGT. Pero, a pesar del operativo de prevención, no se detuvo la batalla. Atilra Rosario acusó al entonces ministro de Seguridad, Daniel Cuenca, de haber "liberado la zona" para facilitar la llegada de los manifestantes opositores. El gobierno de Hermes Binner descargó en su momento la responsabilidad aduciendo que no iba a reprimir una manifestación de trabajadores y los sectores opositores terminaron enfrentados.

Se pelearon dos facciones internas por el control del gremio de la industria láctea –uno del gremio de Moyano y otro de la CTA y como consecuencia, entre piedrazos, palazos y disparos de armas de fuego en pleno mediodía, a escasos 100 metros de la comisaría 6ª–, Héctor del Valle Cornejo, un sindicalista cordobés de 50 años, terminó muerto de un balazo que recibió por la espalda.