Pedro Robledo

El cantautor Abel Pintos cerró este domingo una serie de tres conciertos en el teatro Broadway. Rosario fue la ciudad que eligió para comenzar la gira promocional de su nuevo disco Sueño dorado. Lo hizo a sala llena, con entradas agotadas.

Con Sueño dorado, Abel Pintos celebra los quince años de la salida de su primer disco. Nuevas versiones de sus temas más populares y nuevas canciones que apuntan a reducir la euforia y la adrenalina de Reevolución, su anterior placa.

Otra de las confesadas intenciones es que el numeroso público que se le sumó en estos últimos años conozca el repertorio de los comienzos de su carrera.

Mientras los músicos se acomodaban y ajustaban la puesta técnica, Abel Pintos explicó en un video la idea de Sueño dorado, su nuevo disco. Allí dice que que el tema que da título a la placa es uno de los primeros que compuso y que refleja un momento especial de su vida.

El huayno "Quien pudiera", la zamba "El beso"/"Quisiera", fueron las canciones elegidas para la apertura, en un formato acústico con una tenue base electrónica.

Ni bien recuperó las primeras energías consumidas, saludó a rosarinos y espectadores venidos de otras latitudes que le respondieron con la primera ovación. Inmediatamente, con el público, recordó "La llave", en una nueva versión, a la cual le incorporó una especie de teatralización del texto.

Se mostró verborrágico, de muy buen humor, dialogó permanentemente con el exaltado público femenino.

Con su hermano Ariel en guitarra acústica y él en guitarra también, se lució en "Zamba para olvidarte", de Julio Fontana y Daniel Toro. Esta fue la primera canción que aprendió a cantar, la escuchaba por el conjunto folklórico que integraba su padre. En su afán de adaptarla a su estilo y obsesionado por hacer una versión distinta a todas, perdió algo de precisión en la letra.

Después fue el turno de la primera canción propia que se atrevió a mostrar: "Canción que acuna". Luego vendrían "Cactus", "No me olvides", "Todo está en vos" y "Flores en el río", donde la gente pisó respetuosamente su voz.

Un momento importante de la noche fue cuando cantó el primer tema que que se hizo popular con su voz. "Bailando con tu sombra" (Alelí), la obra de Víctor Heredia con la cual ganó el Festival de Viña del Mar en el 2004, es la que le impuso confesar "cómo no se me ocurrió a mí" y que "es la canción que me hubiera gustado escribir".

En "Ofrezco" pasó al frente la percusión, imprimiéndo un sonido caribeño que mostró el crecimiento musical de la banda remozando viejos temas.

Poco más de una hora aguantó estático el repleto auditorio del Broadway. Con "Tiempo", todos abandonaron sus butacas, sabiendo que llegaba el final.

Para comenzar los bises, una voz en off compartió el texto que preludia a "El antigal", la obra de Ariel Petrocelli, Lito Nieva y Daniel Toro, con la que se consagró en el Festival de Cosquín 2008. Un texto de hondo sentimiento que no pudo concluir con el clima adecuado, porque Abel cometió el error de regresar al escenario antes de que el mismo se completara y las seguidoras volvieron a estallar. 

Interpretó "El antigal" (el título y la letra refieren a un cementerio inca), casi completo a capella, con mínima intervención del teclado, consiguiendo rememorar aquella consagración de Cosquín. Además, en este tema hizo notar que cuando la canción se lo exige demuestra contar con muchos recursos para abordarla, sin perder la afinación.

Antes de la despedida, aprovechó para mencionar a todo su staff, que incluye a Susana Marini (su madre), quien se ocupa de su vestuario y de la venta de sus discos en el hall del teatro. También mencionó y agradeció la presencia en la sala de Pablo Pino, el cantante de Cielo Razzo, banda de la cual se confiesa seguidor desde hace años.

En el final ofreció "Sólo soy una canción", "Solo", "Aventura" y nuevamente "Sueño dorado".

Abel Pintos está comenzando una nueva etapa de su carrera artística, al menos en el sonido de su propuesta. Las bases electrónicas, responsabilidad de Juan Blas Caballero, le dan un nuevo aire a sus reconocidas canciones.

Además, otro dato en el mismo sentido, ya no está Norberto Córdoba como bajista, con lo cual deja atrás la impronta rockera que mostró en los festivales de verano y en Reevolución, su anterior disco, con lo que algunos huaynos, zambas y aires de chacarera, retoman su estética folklórica.

Sueño dorado ya es disco de oro, noticia que se conoció antes del inicio de la gira de presentación que arrancó este fin de semana en nuestra ciudad y que vieron más de cinco mil personas en tres funciones a sala llena.