Abrir un boliche en Pichincha no será más fácil que en el resto de la ciudad. Esa fue la victoria, parcial, que lograron los vecinos de ese barrio, quienes hoy se movilizaron al Concejo para conversar con los integrantes de la comisión de Planeamiento sobre el plan especial de obras y las ordenanzas que pretenden regular los espacios públicos y privados en esa zona de la ciudad.

 

“Aún queda pendiente el problema de fondo, que es la ordenanza 7218, que es la que establece cómo se abren los boliches, cómo se controlan y qué tipo de penalidades existen si no se cumplen las reglas, entre otras cosas”, explicó Roberto Brussa, un vecino de la zona. Para debatir esa norma, los vecinos se reunirán el miércoles. Esperan que el invitado de honor no falle. juntaron más de 500 firmas para pedirle al intendente Miguel Lifschitz que vaya, pero todavía no tuvieron respuesta del funcionario.

 

Brussa, junto a otros habitantes del lugar, se opone al plan que está pronta a aprobarse en la comisión de Planeamiento y que tiene que ver con los nuevos usos del barrio. “No estamos de acuerdo con que se piense de manera diferente al barrio de Pichincha de los otros de la ciudad. Desde hace tiempo el municipio no sólo permite sino que también promueve la radicación de negocios nocturnos, boliches, bares, restaurantes en un barrio que siempre fue familiar  y como lo establece la misma ordenanza destinado para vivienda”, criticó Brussa.

 

El plan especial para el barrio Pichincha creará un área de protección en la zona comprendida por avenida del Valle, Rivadavia, bulevar Oroño (por ambas veredas) y Vera Mujica, que se caracteriza por su homogeneidad en la tipología del ejido urbano, uso y hábitos. En total, se trata de ocho manzanas emblemáticas donde funcionaron locales en tiempos de la prostitución reglamentada. “Estamos de acuerdo con que se ponga un tope a la altura de la edificación para preservar el patrimonio, pero eso no sirve de nada si no se acompaña con otras medidas de protección para los mismos vecinos”, fustigó Brussa.

 

Basados en la opinión de distintos urbanistas los habitantes de Pichincha aseguran que “la ubicación de los locales con espectáculos públicos es incompatible con la vida familiar y de vivienda que caracteriza a la zona”. “Todas esas actividades que convocan a tanta cantidad de personas deberían trasladarse fuera del ejido urbano”, señaló Brussa.