Un sondeo efectuado entre 312 chicos de 11 y 12 años por el Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (Cesni), pertenecientes a ocho escuelas de la ciudad de Buenos Aires y del conurbano bonaerense, y reveló que el 26,3% tenía sobrepeso, mientras que un 7,4% padecía obesidad. Sólo el 59,6% de la muestra presentaba un peso corporal adecuado a la edad y talla, y un 6,7% adicional tenía bajo peso.

Con estos datos iniciales, los investigadores se propusieron averiguar cuáles eran los patrones de movimiento que daban lugar a esos trastornos físicos que se observaron. Para Sergio Britos, ex director del Cesni, "más allá de la hipótesis de que los chicos son sedentarios, conocíamos poco acerca de cómo se mueven. Los estudios al respecto nunca se basaban en mediciones del movimiento", comentó.

Por ello, se llevó adelante el estudio con una técnica llamada acelerometría, que consiste en colocarles un acelerómetro (dispositivo del tamaño de un teléfono celular que se usa en la cintura) que registra los movimientos de todo el día. El niño sólo se lo saca para bañarse y para dormir. “Esto nos permitió tener un seguimiento minucioso de la intensidad de movilidad que realizan, que luego se puede traducir en gasto calórico", dijo el médico.

Lo que descubrieron con este método, es que los chicos se mueven con muy baja intensidad, y en especial son más sedentarios durante los fines de semana; sin embargo, en promedio, la exploración mostró que tenían unos 108 minutos de actividad física de moderada a vigorosa, cuando la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es realizar al menos 60 minutos.

"Otro hallazgo -apuntó el especialista en nutrición infantil- fue que tanto en los recreos como en las clases de actividad física son poco activos. Las clases de ejercicios físicos en la escuela deben aportar el 50% del tiempo que los chicos diariamente dedican a la acción, pero el estudio reveló que sólo aportan un 30% de ese tiempo. Las clases son oportunidades perdidas de movimiento".

Fuente: La Gaceta de Tucumán