A partir de esta semana y por el término de 28 días, viajar de Rosario a Buenos Aires será más rápido por tierra que en avión. El Aeroparque Jorge Newbery, donde aterrizan y despegan en Capital los vuelos de cabotaje, permanecerá cerrado desde el miércoles a la noche y todas sus operaciones serán derivadas a otras estaciones del Gran Buenos Aires, que les demandarán mayores tiempos y costos.
El Aeroparque porteño será sometido a trabajos de reparación, ensanche y balizamiento de una pista durante cuatro semanas –en un principio se habían calculado casi dos meses– y los viajes por aire desde y hacia el aeropuerto de Fisherton serán conectados con Ezeiza y El Palomar.
A la primera de las terminales, ubicada a 35 kilómetros de Capital, pasarán los vuelos de Aerolíneas Argentinas, mientras que los de la empresa Sol lo harán a la restante, que también queda en el Gran Buenos Aires, alejada del centro porteño.
En el caso de Ezeiza, además de tener que abordar traslados más costosos para completar el viaje a la ciudad de Buenos Aires, hay que llegar con tres horas de anticipación antes de tomar un vuelo, incluso los de cabotaje que despegarán durante noviembre.
Las derivaciones
Desde las 23 horas del 3 de noviembre, los vuelos del Aeroparque Metropolitano serán distribuidos de la siguiente manera: Aerolíneas Argentinas, Austral, TAM y LAN, a Ezeiza; Andes, Sol, Buquebus, Pluna y Aerochaco: a El Palomar; los vuelos privados pasarán a San Fernando.
En la actualidad, por el Aeroparque transitan 638.643 pasajeros por mes, según datos de Aeropuertos Argentina 2000, mientras que en Ezeiza el flujo es un poco menor: 616.009, indicó el matutino.
Las obras
"Se trata de un mantenimiento de la faja central de la pista y, a su vez, vamos a aprovechar para ensancharla de 40 a 45 metros para adecuarla a las normas internacionales y darle mayor seguridad", precisó el secretario de Transporte de la Nación, Juan Pablo Schiavi.
Y reconoció que "seguramente, en ese tiempo se producirá algún inconveniente, como en toda obra" aunque puso el acento en que las reparaciones "servirán para tener una pista mejor, más segura y mejor señalizada que, a la larga, sirve para todos".
Se trata de una de las transformaciones más grandes de las últimas tres décadas en la aerostación Jorge Newbery.
El Aeroparque porteño será sometido a trabajos de reparación, ensanche y balizamiento de una pista durante cuatro semanas –en un principio se habían calculado casi dos meses– y los viajes por aire desde y hacia el aeropuerto de Fisherton serán conectados con Ezeiza y El Palomar.
A la primera de las terminales, ubicada a 35 kilómetros de Capital, pasarán los vuelos de Aerolíneas Argentinas, mientras que los de la empresa Sol lo harán a la restante, que también queda en el Gran Buenos Aires, alejada del centro porteño.
En el caso de Ezeiza, además de tener que abordar traslados más costosos para completar el viaje a la ciudad de Buenos Aires, hay que llegar con tres horas de anticipación antes de tomar un vuelo, incluso los de cabotaje que despegarán durante noviembre.
Las derivaciones
Desde las 23 horas del 3 de noviembre, los vuelos del Aeroparque Metropolitano serán distribuidos de la siguiente manera: Aerolíneas Argentinas, Austral, TAM y LAN, a Ezeiza; Andes, Sol, Buquebus, Pluna y Aerochaco: a El Palomar; los vuelos privados pasarán a San Fernando.
En la actualidad, por el Aeroparque transitan 638.643 pasajeros por mes, según datos de Aeropuertos Argentina 2000, mientras que en Ezeiza el flujo es un poco menor: 616.009, indicó el matutino.
Las obras
"Se trata de un mantenimiento de la faja central de la pista y, a su vez, vamos a aprovechar para ensancharla de 40 a 45 metros para adecuarla a las normas internacionales y darle mayor seguridad", precisó el secretario de Transporte de la Nación, Juan Pablo Schiavi.
Y reconoció que "seguramente, en ese tiempo se producirá algún inconveniente, como en toda obra" aunque puso el acento en que las reparaciones "servirán para tener una pista mejor, más segura y mejor señalizada que, a la larga, sirve para todos".
Se trata de una de las transformaciones más grandes de las últimas tres décadas en la aerostación Jorge Newbery.


