Un estudio difundido en Inglaterra afirma que la combinación de amor y límites claros, un estilo de paternidad que en inglés se ha bautizado como tough love (amor duro o estricto), desarrolla en los niños un sentido de autodisciplina, iniciativa y empatía.
El informe, denominado "Formando carácter", analizó las formas de crianza en 9 mil familias pertenecientes al Estudio Milenio de Cohorte, una investigación que ha seguido el desarrollo de niños nacidos en 2000.
Su principal conclusión es que -a diferencia de los padres autoritarios, de los permisivos y de los descomprometidos- "aquellos que combinan afecto y compromiso con una aplicación consistente de las reglas y los límites, tienen hijos que desarrollan de mejor manera habilidades como empatía, iniciativa y autodisciplina", dice Jen Lexmond, autora principal del estudio, realizado por la consultora Demos.
Los investigadores destacan que ya a los cinco años de edad los niños criados bajo el concepto de "amor estricto" muestran mayor control de sus emociones, más tolerancia a la frustración, más perseverancia, concentración, cooperación y tendencia a completar las tareas.
Estas características -señala el informe- presagian a los niños un futuro exitoso y feliz, porque se trata de capacidades cada vez más valoradas para la convivencia social y laboral.
Lexmond explica que, tras analizar las formas de crianza en las familias del estudio, observaron que "mientras la parte 'amor' se distribuye de forma pareja entre todos los grupos de padres, la parte 'estricto' es menos común entre familias de más bajos ingresos, entre padres que carecen de redes de apoyo fuertes y entre los que tienen poca confianza en sus habilidades parentales". Asimismo, entre los padres que siguen el estilo de "amor estricto", predominaban los casados y que tenían mayor escolaridad.
Reglas con afecto
Practicar el "amor estricto" requiere poner en práctica algunos conceptos clave.
"Los padres no sólo deben sentir amor por sus hijos, sino también expresarlo de manera concreta: con palabras, gestos, momentos juntos e interés por escuchar lo que dice el niño", explica la psicóloga Érika Castro, directora del centro de terapia familiar Familia Educa.
En tanto, agrega, establecer normas y hacerlas respetar en un contexto de afecto "permite que si el niño las transgrede, se atreva a contarlo y que los padres le ayuden a reflexionar sobre lo que hizo y a buscar una salida. Esto lleva a que desarrolle capacidades como no actuar impulsivamente, respetar la convivencia, tener consideración por el otro y autorregularse".
Para lograr esto de forma adecuada, la experta aconseja "que las normas se instauren de manera clara, explícita y en un clima tranquilo y afectuoso, pero con autoridad. Si, en cambio, establecen reglas en medio de una discusión o discuten las consecuencias de haberlas transgredido cuando están alterados, frustrados o con rabia, los niños quedan más centrados en la emoción del adulto que en el verdadero sentido de la norma".
Según el estudio, los padres que tiene un estilo de "amor estricto" en la crianza son asertivos, y sus métodos de disciplina apuntan a razonar con el niño y apoyarlo, más que a castigar. Además, equilibran adecuadamente estos factores:

Calidez y receptividad : cultivan en sus hijos sentido de la individualidad, capacidad de valerse por sí mismos y habilidad de regular sus emociones y reacciones.

Control y exigencia : supervisan y confrontan a sus hijos cuando desobedecen, los involucran en la vida familiar y los ayudan a situarse en el mundo más allá de sus propias necesidades y deseos.

Fuente: El mercurio