Sultan Kosen no será el emperador de los turcos, pero no fanfarronea al declararse "emperador de los altos" porque, a sus 27 años, este joven otomano se erige desde el suelo hasta alcanzar la friolera de 247 centímetros de altura, una talla que le ha valido para ingresar en el libro Guiness de los Récords.

Nacido en "una diminuta aldea de quince casas" entre Turquía e Irak, según declara en una entrevista con la agencia española EFE, Kosen asegura que el reconocimiento a su descomunal altura no sólo ha supuesto "un honor y un sueño hecho realidad", sino que también le ha permitido "viajar y conocer países y personas muy distintas".

Tras su paso por Inglaterra, Portugal y Estados Unidos, Sultan Kosen ha recalado en Madrid para promocionar el Guiness de los Récords 2010, última edición de esta singular recopilación de logros en la que él figura por partida triple, ya que también ostenta el récord de manos y pies más grandes -27,5 cm. y 36,5 cm. respectivamente-.

Para Kosen, su altura ha significado un camino con ventajas e inconvenientes. "Puedo cambiar bombillas y cortinas con facilidad, arreglar el techo... Pequeños trabajos domésticos", enumera entre las virtudes posibilitadas por un físico que, sin embargo, implica muchas dificultades para "encontrar ropa y calzado".

Durante el encuentro con este hombre hiperdesarrollado, no son pocos los transeúntes que, boquiabiertos e incrédulos, se detienen a contemplarlo. "Ya no supone un problema. Hace cuatro o cinco años sí me habría molestado, pero ahora estoy acostumbrado y hasta puedo decir que me gusta", explica Kosen.

Con apenas diez años, Sultan Kosen ya tenía "una altura anormal", por lo que sus padres decidieron visitar al médico. "Me dijo que un tumor cerebral estaba afectando a mi crecimiento", relata sobre un diagnóstico que, tras tres operaciones y un intenso tratamiento, consiguió detener su desarrollo.

En aquel lejano 2003, otro hecho vino a cambiar la existencia de Sultan Kosen de manera radical. "Me ofrecieron jugar en el club de baloncesto Galatasaray, de Estambul, y aunque entrené con el equipo durante un mes, mi salud me obligó a desistir", rememora.

El desengaño deportivo no afectó demasiado a Kosen, que regresó al seno de su familia "normal" en la que el más alto de sus cinco hermanos medía 1,85 metros. "Yo solía ayudar a mis padres en el campo, pero los problemas de salud me obligaron a dejar esas tareas", expone.

Y es que, a raíz de su crecimiento, Kosen sufre en la actualidad "problemas de rodillas parecidos a la artrosis" que le obligan a moverse con la compañía de su inseparable par de muletas. "Ahora voy a recibir un tratamiento que, según me han dicho, me permitirá llevar una vida normal", comenta esperanzado.

Una vez terminada la gira con el libro que le ha inmortalizado, Kosen piensa dedicarse a trabajar de "modelo publicitario", ocupación para la que ya ha recibido "unas cuantas ofertas" que evaluará "cuando haya terminado la promoción del Guinnes".