El camión bomba que hizo explosión ayer en un céntrico mercado de Bagdad causó 131 muertos y 305 heridos según el último recuento ofrecido por fuentes del Ministerio de Interior iraquí.

La explosión, que ocurrió a las 17.05 hora local (14.05 GMT) en el mercado de Al Sadriya, fue una de las más sangrientas de las que han ocurrido en Bagdad desde que comenzara en 2003 la invasión del país por tropas estadounidenses y británicas.

El primer ministro iraquí, Nuri Al Maliki, condenó el atentado y acusó a los "sadamistas" (seguidores del ex presidente iraquí Sadam Husein), y a los "takfiríes" (islamistas radicales) de perpetrar otro crimen.

En un comunicado de la oficina del primer ministro divulgado anoche, Al Maliki expresó la resolución de su gabinete para perseguir a los responsables del atentado.

Mientras tanto, Abu Omar al Bagdadi, emir del autoproclamado Estado Islámico de Irak, controlado por la rama iraquí de Al Qaeda, prometió, en una grabación sonora difundida anoche por internet, extender los ataques para que tengan lugar "en todas partes de Irak, en lugar de centrarlos en Bagdad".

Bagdadi aseguró, asimismo —en el mensaje cuya autenticidad no ha sido confirmada– que la campaña de atentados no concluirá hasta que el presidente estadounidense, George W. Bush, firme "el tratado de la derrota".

El dirigente islamista radical se dirigió, además, a los suníes en Irán y les aconsejó que se alejen de las bases militares, que según él son objetivo de ataques estadounidenses.

Lo más llamativo de este mensaje es que Bagdadi invita también a los suníes de Irán a permanecer lejos de las instalaciones nucleares de este país, que en su opinión van a ser blanco de ataques estadounidenses "tras sus penosas experiencias en Irak y Afganistán y después de que el Congreso de EE.UU. haya comprendido lo inútil de lanzar una guerra larga contra Irán".