- Como ocurre cada vez que se juega un clásico en el parque de la Independencia, no son pocos los hinchas de Central que trepan, antes del pitazo inicial, hasta la cima del tejido alambrado que separa la tribuna del césped, para desafiar a la hinchada rival con gestos obscenos y para provocar el aplazamiento del inicio del pleito (extraño placer). En esta ocasión, hubo una situación que agravó esa falta: los que estaban arriba recibieron, de alguno que estaba abajo, una bandera de Newell´s que decía “Iron Maiden” (legendaria banda de rock), enarbolándola en respuesta a la que la tribuna de enfrente acababa de desplegar con la leyenda “74, mi mayor orgullo, tu peor humillación”, en relación al título que obtuvo la Lepra en el Gigante en 1974. Por suerte, la provocación no surtió efecto: el humo de las bengalas tapó la visión de todo el mundo y la bravata no pasó a mayores.

- Parece que Tomy Costa se tomó en serio eso de salir con todo que escuchó de boca de su técnico Carlos Ischia. Es que no habían pasado ni 10 segundos de juego, cuando se arrojó con toda la fuerza que pudo a los pies de Claudio Husaín, el Turco de Newell´s, que no podía creer que ya lo hubieran atendido cuando ni siquiera había transpirado. De más está aclarar que no tuvo Costa intención de lesionar a su colega rojinegro, y que esa acción tuvo un efecto revelador: al menos al Turco, le quedó bien claro que si no se concentraba y ponía con todo, podía pasarla muy mal.

- No son pocos los canallas que harían lo imposible por comunicarse con el árbitro del clásico, Federico Beligoy. Y no solo para agradecerle el penal que sancionó y que al fin les permitió festejar como locos el 1 a 0 a la Lepra (así son todos, cambiantes, si cuando lo echó a Papa no quedó ni un solo pariente del juez por insultar): también lo llamarían para pedirle la camiseta que usó en la tarde del Coloso, que sería todo un trofeo para no olvidarse más de esta jornada feliz. Es que Beligoy controló el pleito ataviado con una casaca celeste marca Athix, que lució bordada en la parte de la espalda la leyenda “El Clásico rosarino, 16 / 09 / 2007”. Un pequeño detalle de coquetería y por qué no de vanidad del referí, que (si no se la roba algún fanático centralista apegado a coleccionar evidencia histórica) le podrá mostrar algún día a sus nietos, diciéndoles: “Yo dirigí el caliente derby de esa bonita ciudad”.