Sin demasiado entusiasmo
Una escasa concurrencia de hinchas locales pudo apreciarse este sábado en el estadio Hilario Sánchez. Los tres costados verdinegros estuvieron ocupados en un porcentaje muy bajo de su capacidad, seguramente debido al descenso a la B. Nacional que quedó sellado en la jornada anterior. No quedó nadie en la entidad sanjuanina: se fue el técnico que con el que obtuvo el ascenso, Fernando Quiróz, y dirigió esta vez Rubén Rodríguez, hombre de las inferiores; tampoco actuaron el arquero Ezequiel Medrán, el zaguero Pablo Frontini ni el experimentado atacante Luis Tonelotto. Estos dos últimos juegos serán un apreciable banco de pruebas para los pibes de la cantera, que tomarán protagonismo a partir del semestre que viene.
Una desgracia enlutó la tarde
Un sábado intenso vivieron los hinchas de Central. Con emociones encontradas. Porque a la fiesta que significa para todo fanático presenciar un partido de su equipo, se le opuso la desgracia. Dos simpatizantes canallas fallecieron en un accidente automovilístico cuando se movilizaban rumbo a San Juan, a bordo de un Meriva que mordió la banquina y dio varios tumbos cerca de Cuesta de Portezuelo, una localidad de la provincia de San Luis, ubicada a un centenar de kilómetros de la capital puntana. Los fallecidos fueron Valentín Herrera, de apenas 17 años, y Hugo Rodríguez, 40 años, ambos oriundos de Funes. En el siniestro resultaron heridos los otros tres ocupantes del coche, que afortunadamente salieron con vida. Enterados del desafortunado suceso, los integrantes del plantel canalla se pusieron mal, y acordaron utilizar un brazalete de luto durante el cotejo. Igual, los hinchas que dijeron presente en el Hilario Sánchez recibieron al equipo con globos y humo de colores, y no pararon un segundo de alentar.
Metro…metro…metrosexual
Alejandro Sabino rompió el molde. Y no precisamente porque haya llevado a cabo un arbitraje revolucionario. El juez del cotejo en terreno cuyano no se plegó a ninguna corriente pre existente de look capilar, materia que, a juzgar por sus rendimientos, suele preocupar a los hombres de negro mucho más que las cuestiones técnico-tácticas de su trabajo. Lejos del estilo “botonazo” que curtía Javier Castrilli, y a miles de kilómetros de la onda salvaje de Luis Olivetto, el bueno de Savino lució un peinado digno de la categoría “metrosexual”: rapado a los costados, Ale se echó todo el resto del pelo hacia atrás, embebido el cabello en puñados de gel humectante que permitían destacar los “claritos” recién teñidos en la peluquería. No faltó el ocurrente sanjuanino que lo comparó con Roberto Piazza.
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