El campo, deteriorado
Si bien por televisión el campo de juego del estadio de San Lorenzo lucía parejo y con un verde fantástico, la realidad es que está bastante deteriorado. Y al cabo pareció acertada la decisión de cambiar de escenario el choque de Reservas (se jugó el viernes a la mañana en una cancha auxiliar y fue 1 a 1). Es que los festejos por el centenario de la institución de Boedo dejaron maltrecho el piso del Gasómetro, y en el sector aledaño a los bancos de suplentes se pudo advertir un tono amarillento propio de haber soportado el peso de algún escenario. Igual, no hubo quejas de los futbolistas y se pudo jugar casi normalmente.
La pasión intacta
La pasión por los colores del alma no muere por ninguna derrota. Y si no creen, pregúntenle a los hinchas de Central, que pese a tener aun las heridas abiertas por la caída en el clásico de la ciudad, acompañaron en gran número al elenco de Madelón. Cerca de dos mil fanáticos canallas dijeron presente en el Bajo Flores, pese al frío de la noche y al peligro que genera la proximidad de la villa 1.11.14, una de las más peligrosas de Buenos Aires. Y si bien se marcharon tristes por un nuevo tropiezo, desde que llegaron hasta que se fueron no pararon de cantar.
Un deja vu desagradable
Cuando a Gonzalo Bergessio le colocaron un vendaje en la cabeza por el codazo involuntario que le aplicó en un salto el defensor de Central Walter Ribonetto, muchos fanas canallas vivieron un deja vu que por poco les provoca un infarto. Es que no pudieron evitar el recuerdo del verdugo del sábado pasado, quien sentenció a favor de los del Parque el derby de la ciudad: Santiago Salcedo. Sá-Sá marcó el tanto que definió el clásico con una venda que le cruzaba horizontal y verticalmente el rostro, y aunque la que le pusieron a Bergessio era, a la vista, distinta, el temor de que fuera otra vez un amuleto goleador claro que existió. El alivio llegó cuando al cordobés lo sacaron de la cancha a los 25 minutos del segundo tiempo.
1
Información General


