“Me desapareció una obra y me ofrecieron mil dólares a cambio, pero con la condición de que no cuente lo que pasó”, asegura Fernando Traverso, artista plástico local. Traverso es el autor de la obra que inundó la ciudad con trescientas cincuenta bicicletas pintadas en las esquinas y que ahora denuncia que un mural con cada una de las fotos de esas intervenciones nunca volvió a su poder tras participar de una muestra de la firma Chandon que fue coordinada desde la ciudad por el museo de Bellas Artes Juan B. Castagnino.

Pero además de aquel hecho que ocurrió en 2005 y que originó los reclamos de Traverso (“aunque no me dieron bola”, cuenta el artista a Rosario3.com), un grupo de intelectuales, gente de la cultura en general y ciudadanos preocupados plantearon a través de un correo electrónico su preocupación por otro caso.

“Por el presente documento nos solidarizamos y acompañamos el reclamo del artista plástico Víctor Gómez, quien ha padecido las irregularidades del Macro (Museo de Arte Contemporáneo de Rosario). Esta institución ha promovido como propia e inédita "Arte Delivery" plagiando el nombre e idea desarrollados por nuestro compañero en su obra "Goméz Delivery" la cual, consistió también en la entrega de una obra de arte a domicilio luego de recibir el pedido telefónicamente. Víctor ha efectuado numerosos reclamos y sólo ha recibido maltratos irrespetuosos por parte de las autoridades”, denuncian en su carta, apoyada por la firma de más de 130 artistas, profesores, dirigentes sociales, abogados y ciudadanos en general.

Después de eso, Gómez planteó una contra-obra como forma de protesta.

Por su parte, Roberto Echen, integrante del equipo del Macro, descalificó ese planteo. "El concepto de delivery, en este caso ofrecer llevar una obra a domicilio, es muy amplio y no le pertenece a él. Este reclamo es una locura. Ni siquiera sé cuando fue que hizo su "Gómez Delivery", pero fue algo que armó para vender sus obras", replicó el funcionario. "Además –le dijo a Rosario3.com, esto tiene que ver a una idea que es totalmente masiva, propia del llame ya de la televisión, que usamos como una idea alternativa en la Semana del Arte. Plantear un derecho de autor sobre esto es terrible, más aún cuando no vendimos nada, regalábamos obras a la gente".

"Pero estas son cosas que nos suelen ocurrir", amplió Echen, quien afirmó que "ahora que el Macro está reconocido a nivel nacional e internacional surgen resentimientos". Y aseguró que la larga lista de firmantes del comunicado "son los que no comprendieron la idea inicial del Macro" y responden al "deporte de tirarse contras las instituciones, incluso contra esta que es de las más abiertas y transparentes que hay". 

En cuanto al reclamo de Traverso, lo calificó de "tremendo" porque "él sabe que cuando ingresa a una muetra como fue la de Chandon le hacen firmar que no se hacen responsables de la obra, entonces se tiró contra el Castagnino que lo único que hace es ayudar a los artistas a hacer el traslado de sus obras". Y siguió: "Es incomprensible lo que hizo, porque así logró que el museo no ayude más a los artistas". 

El comunicado

“Nuestra disconformidad con las instituciones culturales estatales, motivados por el maltrato recurrente sufrido por artistas y habitantes. Somos ciudadanos que no permaneceremos indiferentes al espectáculo de instituciones solventadas por todos, convertidas en fiesta de unos pocos”, continúa el comunicado difundido por la comunidad Wokitoki.

Así, más allá del florecer de la actividad cultural en la ciudad (motorizado ahora por una suerte de competencia entre las secretarías de la Municipalidad y la Provincia) este importante grupo de artistas locales señalan “maltratos e irregularidades dentro de las instituciones públicas que se suceden tanto a nivel municipal, como también, a nivel provincial y nacional; donde las gestiones culturales parecen ser un triste remedo de las campañas electorales”.

Y concluye: “Reclamamos el fin de las políticas arbitrarias que ubican a personas en cargos públicos por amistad o intercambio de favores. Por todo, exigimos se revise la actual gestión cultural, se abran debates sobre el tema y que todos los cargos sean concursados por antecedentes y oposición en forma transparente”.

Desaparecida

Nada peor que hacer desaparecer una obra que invita a reflexionar y recordar a los desaparecidos de la última dictadura: 350 en Rosario. “Todo comenzó cuando, desde el Museo Castagnino, convocan por mail a los artistas rosarinos para participar del Salón Chandón Tucumán 2005. Las obras pre-seleccionadas iban a ser recepcionadas en el mismo museo, ya que ellos se harían cargo del traslado tanto de ida como de vuelta”, cuenta Traverso en una extensa entrevista publicada en el sitio de Wokitoki.

“Concretamente lo que desapareció fueron 350 fotos, montadas sobre alto impacto, de las 350 paredes de Rosario que intervine, durante los últimos cuatro años, con la silueta de una bicicleta vacía. Lo que he sufrido fue un atropello, producto de la desidia, el desinterés y el maltrato”, sigue el artista en esa nota.

“En el mes de Diciembre de 2005. Gabriela Conti, coordinadora del área cultural de Chandón, me llamó varias veces desde Buenos Aires. Querían un precio por el error y lo pusieron: 1000 dólares. En un principio con muchas dudas acepté. Tenía que darle un corte a todo esto, que ya me estaba generando bastante angustia. Me mandaron entonces por mail una carta que debía firmar ante escribano público; se trata de un documento de confidencialidad. Esa carta está ahí en la bandeja de entrada, sin firmar. Y así quedará, porque no pienso hacerlo. A esta altura lo que quiero no son 1000 dólares. Quiero lo que quise desde un principio: que aparezcan las 350 fotos. ¿Será tan difícil, tras una seria investigación, saber donde están?”, se pregunta.