Según estadísticas de la Organización Mundial de la Salud, el país se encuentra número 13 en el ranking mundial de muertes por ahogamiento, pero al tratarse de una tragedia que suele ocurrer en el ámbito privado del mismo domicilio, muchas veces los casos no trascienden públicamente.
En Argentina el ahogamiento es la primera causa de muerte en niños y niñas de 1 a 4 años, dejando graves secuelas a muchos más que sobreviven. Se estima que hay mil muertes anuales por ahogamiento de menores de 14 años y que el riesgo se reduce en un 80 por ciento si los niños tienen algún tipo de preparación.
En Rosario una instructora trabaja con un novedoso método para prevenir muertes por esta causa. Natalia Caramellino cuenta que la técnica de autorescate acuático nació en Estados Unidos hace mas de 45 años y que llegó a Argentina hace unos años donde sólo dos profesoras –una en Buenos Aires y ella acá– la imparten.
"El método no viene de la rama de la natación, no tiene que ver con lo lúdico y convencional. No se prepara a los chicos para nadar estilos sino para hacer apnea, para que abran los ojos debajo del agua, sepan dónde hay un borde y busquen movimientos para llegar hasta ahí", contó la instructora que desde 2009 hasta la actualidad ya capacitó a 300 niños rosarinos en autorrescate acuático.
El método se lleva a cabo en clases de diez minutos diarios, cinco días por semana, de lunes a viernes. Está enfocado en la seguridad de los bebés, con clases personalizadas e individuales brindadas. Los niños pueden comenzar las lecciones en cualquier momento a partir de los 6 meses de edad y hasta los 6 años.
"Aprenden a mantener la respiración bajo el agua, girar sobre su espalda y flotar sin ayuda", dijo la instructora y aclaró que "los niños ingresan a la pileta con madres o padres a upa y para ellos el agua significa contención por eso, en caso de un accidente no tienen las herramientas para salir a flote".
"Entendemos que es la última barrera de protección cuando el niño sorteó el vallado que deben tener las piletas y el control de un adulto", advirtió.
Recomendaciones y cuidados
Velia Peralta, la subdirectora del hospital de Niños Víctor J. Vilela, dice aliviada que los accidentes por ahogamientos "no son una consulta frecuente" en esa institución. "Recibimos consultas, sobre todo en la temporada de verano, pero muy pocas. Calculamos que se dan cerca de dos casos cada dos años", sostuvo.
En tanto, advirtió que "los accidentes por ahogamiento no se dan sólo en piscinas o grandes piletas". "Hay muchos niños, sobre todo lactantes de un año o dos, que se sumrgen en baldes o tachos pequeños con mucha cantidad de agua", dijo Peralta.
En este sentido, alertó sobre la necesidad de tener las piletas valladas y cerradas y no dejar recipientes con agua ni líquidos en la casa donde los pequeños tengan alcance. "Hay que tener en cuenta que por la superficie corporal de la cabeza que es más grande en los niños siempre que caen lo hacen por el peso de la cabeza", dijo la médica.
Desde la Sociedad Argentina de Pediatría sugirieron poner en práctica algunas acciones para prevenir este tipo de accidentes:
–Las piletas deben tener cerco de 1,30 metro de alto, enterizo o con barrotes verticales separados por 10 centímetros, con puerta y traba. Los cobertores no aseguran de manera eficiente el acceso de los niños a la pileta.
–No dejar baldes o recipientes con agua por más que el contenido parezca escaso, ya que sólo con 5 centímetros de agua un niño puede ahogarse.
–Las aguas oscuras con movimiento (río, laguna, mar) presentan factores de riesgo adicionales que las hacen mucho más peligrosas que las aguas limpias sin movimiento, como las piscinas. En estos lugares se deben respetar las zonas habilitadas como balnearios, que cuentan con boyas y personal guardavidas, entrenados para socorrer a aquellas personas que sufran casi ahogamientos. No introducirse en caso de tormentas ni zambullirse si no se logra ver el fondo o no se conoce el lugar.
–En reuniones familiares o lugares de concentración de personas donde existan piletas, cunetas o acceso a playas se debe asignar a un adulto responsable para la supervisión directa de los menores y no asumir que “los cuidamos entre todos”.
–Todo niño menor de 4 años o que no nade con eficiencia debe usar chaleco salvavidas con material de alta flotabilidad, que lo mantenga a flote con la cabeza fuera del agua, aún inconsciente, y descartar aquellos inflables que rodean los miembros superiores (brazaletes) o los mantienen sentados a los niños (colchonetas, cámaras de automóvil), ya que presentan mayor riesgo de sumersión que los primeros. El chaleco debe elegirse según el peso y no la edad del niño.
–Si un niño se pierde de vista en un lugar que cuenta con pileta u otro depósito de agua debe buscarse primero en estos sitios.