La selección argentina de básquet quedó a un paso de la medalla olímpica, al acceder este miércoles a la semifinal en Londres con una angustiante victoria sobre Brasil, por 82-77.

El clásico sudamericano se disputó en el estadio North Greenwich Arena, donde los de Julio Lamas dominaron casi todo el encuentro el marcador sobre los de Rubén Magnano, aunque el resultado se definió en los segundos finales.

Argentina, medalla de oro en Atenas 2004 y de bronce en Beijing 2008, jugará en semifinales contra el ganador del choque entre el Dream Team de Estados Unidos y Australia, que se llevaba a cabo en el último turno de la jornada.

La gloria de luchar por las medallas para el vencedor y el regreso a casa para el perdedor era lo que estaba en juego y ambos decidieron jugar al ataque, con gran preponderancia sobre las defensas rivales en los primeros veinte minutos.

El 23-26 del primer cuarto y el 46-40 del descanso hablan a las claras del potencial anotador de los dos equipos y su no excesiva implicación con los sistemas defensivos.

Brasil sobresalió en la dirección de Marcelino y en su poder anotador, 17 puntos en la primera parte, y Argentina por su tremenda efectividad, un 74 por ciento en tiros de dos (14 de 19) y un 38 en triples (5 de 13).

El paso por vestuarios enfrió la fiebre anotadora de los dos equipos, que tardaron casi dos minutos en hacer que el marcador cambiara de dígitos.

Fue Argentina quien rompió de nuevo las hostilidades y quien alcanzó la primera ventaja considerable, 54-44 (min. 23) con Scola, Delfino y Ginobili destacados.

Brasil intentó recomponerse, apretó en defensa y el luminoso sufrió un parón de dos minutos, algo casi insólito. Las rotaciones y los nervios comenzaron a tener un mayor protagonismo. El balón ya no circuló con tanta fluidez y los puntos comenzaron a escasear con un parcial de 3-2 en cuatro minutos.

Magnano, argentino de nacionalidad pero entrenador de la selección brasileña, comenzó a mover el banco en busca de soluciones para frenar a los jugadores con los que se proclamó campeón olímpico en los Juegos de Atenas 2004. Al final del tercer cuarto, 64-54 y casi todo por decidir.

En el último cuarto entró en juego la experiencia argentina para suplir la carencia de rotaciones y frescura física. Con Prigioni al mando de las operaciones comenzó a alargar los ataques de su rival con una defensa más pegajosa, al tiempo que mantuvo el marcador con un intercambio de canastas favorable a sus intereses.

Brasil llegó a acercarse a 2 puntos, 70-68, pero Argentina reaccionó de inmediato y recuperó el marcador hasta un 74-68. El nerviosismo brasileño hizo el resto y marcador cerró 82-77.