Francia vive por estos días una nueva polémica: el uso o no del burkini, un traje de baño diseñado especialmente para que las mujeres musulmanas puedan nadar sin exponer su cuerpo al resto de la sociedad, compuesto por un velo, una túnica y un pantalón largo que permite que sólo se vean los pies, las manos y la cara.

La discusión por el burkini (combinación de la palabra burka – el velo islámico que cubre el cuerpo y el rostro de las mujeres – y de la palabra bikini) surgió porque el 1 de agosto, Carole, una musulmana de 35 años, quiso entrar a una piscina de Emerainville, en las afueras de París, pero se le prohibió la entrada argumentando que en ese lugar no se podía usar esa vestimenta, aunque – según afirma ella – ya lo había utilizado al menos una vez en esas instalaciones.

Luego del incidente, la mujer fue a dejar constancia de lo sucedido, ya que indica que hubo un acto de segregación y no descarta presentar una demanda. Sin embargo, desde las instalaciones de las afueras de París, Yannick Decompois explicó que no se trata de un problema de político o religioso, sino de higiene.

Por su parte, Alain Kelyor, alcalde de Emerainville, indicó que "esto no tiene nada que ver con el Islám, pues el reglamento de las piscinas prohíbe bañarse vestido por principios de higiene". "No es un traje de baño islámico, ese tipo de bañadores no existe en el Corán", agregó

La prenda cuestionada

La burkini fue creada hace unos años por Aheda Zanetti, una australiana de origen libanés – musulmana ella – que ama los deportes. La prenda puede adquirirse por internet por precios que van desde los 49 y los 110 euros y hay diferentes modelos: recatado, deportivo o ajustado, dependiendo del largo de la túnica y el ancho de los pantalones, publicó el diario Clarín.