Investigadores de la Universidad Nacional de Cuyo elaboraron un trabajo sobre las manifestaciones clínicas en pacientes con diagnóstico de certeza y con inicio de la enfermedad en edad adulta (estudio retrospectivo); y en individuos con posibilidades de desarrollar la enfermedad por pertenecer a los considerados grupos de riesgo (estudio prospectivo).

La Enfermedad Celíaca (EC) es considerada una enteropatía (alteración patológica producida en el tracto digestivo) que se da en personas genéticamente susceptibles y con intolerancia permanente a la gliadina (glucoproteína presente en el trigo y otros cereales).

En los últimos años se ha mejorado la detección de pacientes con esta patología, lo que ha permitido el diagnóstico de formas atípicas y hasta mono-sintomáticas, según explica la investigadora Marta Diumenjo, quien diferencia la EC en niños y adultos. En los primeros, dice que “suele presentarse con un cuadro típico de diarrea y pérdida de peso y el pediatra o el gastroenterólogo suelen hacer el diagnóstico con relativa facilidad”. Pero en los adultos, son frecuentes los síntomas atípicos, por lo que el paciente suele recurrir a diversos especialistas por presentar lesiones de piel, anemia refractaria, fracturas patológicas por osteoporosis o infertilidad, entre otros, lo que suele retrasar el diagnóstico.

Las estadísticas de celiaquía en el mundo no son certeras. En Estados Unidos y Europa se acepta que el 1% de la población la padece, aunque entre los médicos reconocen que hay subdiagnóstico de la enfermedad, tanto en niños como en adultos. “En nuestro país hay pocos trabajos sobre enfermedad celíaca del adulto y sus formas de presentación”, considera Diumenjo, por lo que decidió poner manos a la obra. Para ello, lideró un equipo de investigadores que estudiaron más de 115 adultos para identificar celíacos en los llamados grupos de riesgo ó entre pacientes con manifestaciones atípicas de la enfermedad.

Los primeros 22 pacientes eran casos con la enfermedad ya diagnosticada, con una media de edad de 47 años. En ellos, el inicio de la celiaquía se pronosticó en 43 años y la mayoría la manifestó con síntomas digestivos, aunque en casi todos pudieron observar manifestaciones como anemia crónica, osteoporosis y efectos gineco-obstétricos en las mujeres.

Además, un resultado importante que pudieron obtener es que el 62% de los pacientes tenía antecedentes familiares con la enfermedad.

Por otro lado, trabajaron con 52 personas pertenecientes a grupos de riesgo. Entre ellos, los médicos coinciden en incluir a familiares de primer grado de enfermos; portadores de Deficiencia selectiva de IgA (un trastorno de inmunodeficiencia muy común); de síndrome de Down; y patologías autoinmunes, como diabetes, tiroiditis, anemia refractaria, osteoporosis, colon irritable, aftas orales, herpes o infertilidad.

La media de edad de este grupo fue 42 años y todos presentaban alguno de estos síntomas. Entre ellos, la media de inicio de la enfermedad baja a los 36 años, y coincide con el primer grupo estudiado en que la mayoría (80%) presentó sintomatología digestiva. Sin embargo, ahora sí todos (90%) también tenían alguna manifestación extradigestiva.

Fuente: Universidad Nacional de Cuyo