El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, volvió a presionar al Senado para conseguir la aprobación de una ley que aumente los poderes de los agentes de inteligencia en las prácticas de interrogatorio a los sospechosos de terrorismo.

"El tiempo se acaba. El Congreso debe actuar sabia y expeditivamente. El enemigo desea atacarnos de nuevo", advirtió el jefe del Estado en una conferencia de prensa.

Bush se enfrenta a una rebelión de miembros de su Partido Republicano en el Congreso, quienes el jueves rechazaron una propuesta de la Casa Blanca en el Comité de Servicios Armados de la cámara y aprobaron otro que no conforma al gobierno.

El presidente añadió que es necesario crear un "marco legal claro" al que deben atenerse los agentes durante los
interrogatorios, debido a que no es posible exponerlos a la posibilidad de un ulterior proceso judicial.

"No quieren que los juzguen como criminales de guerra. Esperan que nuestro gobierno les diga claramente lo que está bien y lo que está mal", precisó Bush.

Para Bush, el artículo 3 de la Convención de Ginebra tiene un texto "vago" que es motivo de diversas especulaciones sobre lo que puede hacerse o no en una sala de interrogatorios.

Ese artículo establece que los detenidos no deben ser sometidos a "tratamientos crueles ni torturas" ni "atentados
contra la dignidad personal, especialmente los tratos humillantes y degradantes".

"Lo que estoy proponiendo es que haya claridad en la ley", dijo Bush.

Estados Unidos afronta varias denuncias por el tratamiento que da a los prisioneros acusados de estar ligados al terrorismo, especialmente en Guantánamo, el centro de detenciones que administra en Cuba.