Los vientos que atizaron los incendios en California disminuyeron hoy su intensidad y llevaron un poco de alivio a los miles de efectivos que por cuarto día luchan por contener las llamas que han arrasado un amplio sector del sur del estado.
Esos incendios, atizados por los vientos de Santa Ana, han quemado casi 200.000 hectáreas y obligado a la evacuación de alrededor de un millón de personas, principalmente en la zona de la ciudad de San Diego, cercana a la frontera con México.
En esa ciudad, las llamas persistían en su avance, pero su amenaza se ha reducido debido a una menor intensidad de los vientos y a una bajada de la temperatura, señalaron fuentes del Cuerpo de Bomberos.
Otras fuentes oficiales citadas por el diario The New York Times indicaron que muchos de los focos de incendio en el norte de San Diego están contenidos parcialmente.
En el condado de Los Ángeles, más al norte, cinco de esos focos están controlados en un 50 por ciento, señalaron. "Para mañana (jueves) esperamos que la situación sea mucho mejor", dijo un portavoz del Servicio Meteorológico en San Diego.
Según los organismos de socorro, dos personas han muerto y otras setenta han quedado heridas, la mitad de ellos bomberos. Medios locales indicaron que cinco personas habrían fallecido en incidentes posiblemente vinculados a la situación de desastre que vive el estado.
Entre tanto, el área de San Diego seguía esta noche cubierta por un humo agrio y denso que huele a quemado y llega de los fuegos del este. A pesar de su densidad, desde el cielo se distinguen los reflejos de los tejados de algunas casas ahogadas en la humareda.
El aeropuerto continúa abierto, pero gran parte de la gente que llega es personal de la Cruz Roja, de agencias de ayuda del gobierno, y periodistas.
En las avenidas el tráfico es extrañamente ligero porque debido a las condiciones del aire, las autoridades han pedido que se lleve a cabo el menor número posible de actividades en el exterior de las viviendas. Los ojos lloran sin cesar, duele la cabeza y cada vez son más las personas que usan máscaras en las calles.
Mientras, los vientos conocidos como de Santa Ana siguen soplando su carga de ceniza sobre San Diego y hacia el océano Pacífico.
De los siete condados donde se ha declarado el estado de emergencia, el más perjudicado es San Diego, donde se calcula que los daños materiales podrían ascender a unos 1.000 millones de dólares.
Además, 950.000 personas (según los cálculos oficiales) han tenido que abandonar sus viviendas por el peligro de incendio, en lo que supone la mayor movilización humana de la historia de California. Los evacuados se han instalado en hoteles, viviendas de familiares y amigos o en refugios públicos, como el habilitado en el estadio Qualcomm, de San Diego, que acoge a unas 10.000 personas y sus mascotas.
La imagen del estadio podría recordar a la de los damnificados del huracán Katrina si no fuera porque en esta ocasión se ha producido un despliegue de medios y organización mucho mayor que el que tuvo lugar en Nueva Orleans (Luisiana) tras el paso del ciclón en agosto de 2005.
Paralelamente, la Marina de Estados Unidos ordenó hoy que su personal en California abandone los cuarteles y se dirija a barcos atracados en puertos del estado con el objeto de hacer espacio a los miles de desplazados.
El presidente de EE.UU., George W. Bush, mantuvo hoy una reunión de urgencia con miembros de su gobierno, y al finalizar lanzó un mensaje de solidaridad en nombre del pueblo estadounidense y prometió toda la ayuda federal disponible. Bush anunció que mañana viajará a la zona afectada para conocer de primera mano la magnitud del desastre.
Fuente: EFE