Un reciente estudio publicado por la Universidad de Harvard refutó la tesis del “espejismo del fin de la historia” que sostiene que las personas –independientemente de su edad–, creen que sus convicciones actuales son inalterables. Empero, Daniel Gilbert y sus colegas del Fondo Nacional de Investigación Científica de Bruselas y la Universidad de Virginia en Charlottesville, comprobaron que los jóvenes experimentan un cambio rotundo al llegar a la adultez respecto de sus valores, gustos y convicciones; y que incluso a partir de entonces la metamorfosis continúa. Para la especialista en psicología social, Alejandra Ballerini, el cambio “no es un desvío que hay que volver a encaminar, es parte de la dinámica vertiginosa de la vida”.

El masivo experimento psicológico de las tres universidades norteamericanas –publicado en la revista Science–, se valió de una metodología indirecta para entrevistar a una muestra de 19.000 personas de entre 18 y 68 años. A través de variadas pruebas –entre ellas el inventario de Personalidad de Diez Dimensiones y el de Valores de Schwartz–, los investigadores determinaron que el comportamiento de los sujetos se modifica considerablemente más de lo que ellos perciben o registran a nivel consciente. Así, los treinteañeros, por ejemplo, piensan que van a cambiar en la próxima década mucho menos de lo que la gente de 40 admite que lo ha hecho en los últimos diez años.

Consultada por Rosario3.com, Ballerini señaló que las conclusiones del macroestudio son casi “de sentido común” y que el cambio es constitutivo de la personalidad humana. Aclaró, no obstante, que en los últimos tiempos este fenómeno de constante mutabilidad se vio reforzado por una especial lógica del mercado, propia del capitalismo contemporáneo.

De este modo, recalcó que a diferencia de años anteriores, el mercado laboral ya no ofrece estabilidad en los puestos de trabajo, sino que propone de un lado, versatilidad y rotación para quienes puedan aprovecharlas; y de otro, vulnerabilidad y exclusión. En el primer caso, los motivos de la movilidad no se relacionan con el salario, sino con la calidad o estilo de vida al que apuntan quienes pueden usufructuar esta posibilidad del mercado.

Además, Ballerini subrayó el rol central del trabajo en la formación y resignificación de las personalidades, en tanto espacio de aprendizaje por excelencia. Sin embargo, indicó que existen pautas de comportamiento que permanecen fijas. “Si de chico te gustaba sacar fotos es probable que de grande te siga gustando; sólo que esa afición se irá reorientando o complejizando”, ilustró.

Para la psicóloga entonces, existen dos grandes tipos de modificaciones –no patológicas– en la personalidad: aquellas que son productos de las propias experiencias vitales y otras que se relacionan con cuestiones macro económicas o sociales impuestas desde fuera. “Por ejemplo, alguien que atravesó 2001, seguramente verá que sus expectativas y gustos cambiaron terriblemente”, concluyó.