Qué frustración en el Gigante. Central perdió un partido increíble, por 3-2, ante Lanús. Porque lo tenía después de haberlo dado vuelta y lo perdió por impericia propia, sobre todo a la hora de definir. Así, lo que a 15 de final apuntaba para fiesta para los 35 mil canallas presentes en Arroyito, terminó en otra desazón colectiva.

Fue un partido raro por donde se lo mire. Porque abrió la cuenta Lanús cuando Central era dominador. Porque en una ráfaga –entre los 44 y los 45– Central se puso al frente cuando el visitante parecía tener la situación bajo control. Y porque en el segundo tiempo, cuando los dirigidos por Gorosito hacían mejor las cosas e incluso generaron las situaciones más claras, Lanús volvió a dar vuelta la historia.

El partido empezó como era imaginable. Central se adueñó de la pelota y empezó a empujar a Lanús hacia su arco. Y así empezaron a generarse algunas situaciones.

Pero fue Lanús el que abrió la cuenta. Tras un error en una salida de Central, Alvarez le hizo penal a Leto y el Granate, que no había llegado, se puso arriba.

Cuesta arriba para Central en un partido que se acomodaba a lo que había venido a hacer Lanús: defenderse. Y si bien le costaba a los de Gorosito, Di María encontró el camino y a los 44 clavó el empate. No sólo eso, un minuto después desniveló Zelaya y el canalla se fue al descanso arriba.

En el segundo tiempo Central lució más sereno y volvió a generar llegadas. Pero no pudo traducir en la red su mejor juego. Llegadas tuvo, pero…

Lanús tuvo el oficio que Central no. Y Archuvi jugó rápido un tiro libre, se la dio a Leto y este dio el pase que Peletieri empujó a la red. La defensa de Central dormía.

Sobre el final, un buen gol de Fabbiani puso cifras finales a un partido en el que Central pecó de ingenuo, demasiado ingenuo. Y cocodrilo que duerme, es cartera.
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El comentario de Miguel Tessandori (Radio 2)