Central vivió una tarde de pesadilla en el Gigante. Porque terminó perdiendo sobre el final un clásico que buscó más que su rival, en el que había tenido las mejores ocasiones, pese a que en el segundo tiempo no tuvo el mismo voltaje futbolístico que en el primero, cuando generó cinco chances de gol. Ahora, el torneo quedó muy lejos y sólo resta pensar en la Copa Argentina.

El dolor del universo canalla está dado sobre todo porque no pudo meter las situaciones de gol que despilfarró en fila: el tiro libre de Camacho que sacó Pocrnijc; la pelota cortada para Ruben que le metió Teo y que Formiliano le sacó del buche al goleador; la que Camacho no pudo meter por atrás y la doble atajada del arquero leproso a Ruben y Camacho.

En ese primer acto, dominó a su adversario, al que le copó el mediocampo y llevó casi a jugar dentro de su área. Pero en el segundo, los generadores de juego se cansaron (sobre todo Colman) y Coudet acumuló muchos hombres de ataque pero ninguno con la suficiente lucidez para poder abrir la defensa ñubelista. El tiempo pasó y el cero a cero parecía ser un castigo, que luego se hizo mucho más severo con el tanto de Rodríguez.

Desde el plano individual, hay varios aspectos a destacar: primero, que Central extrañó mucho a Lo Celso; en el plano defensivo, no había sufrido pero un error de Gissi derivó en el córner del que vino el gol, donde también hubo una mala marcación de Maxi; Martínez es un buen distribuidor pero a veces es excesivamente lento; y finalmente, Teo Gutiérrez, que sigue sin marcar con la casaca canalla y tuvo una actuación pálida, con más reproches a sus compañeros que aciertos propios.