Opinión/Roberto Caferra

Tienen 20 años. Saltan felices en medio de uno de los tantos pogos de la noche. Ríen hipnotizados por los gags de un sesentón indecente. Ceremonia de encuentro entre los jóvenes de ayer y de hoy. No es raro eso, es único.

Ver a Charly García en Rosario, lleno de humor y canciones, es una de las devoluciones de este mundo miserable. El antídoto, el distractor, la revancha. Podemos estar en medio de la trinchera, con el cuchillo entre los dientes, cuando aparece García y todo tendrá el mejor de los sentidos. Es donde las respuestas aparecen todas juntas.

Ver a esos pibes escurriéndose en medio del estribillo de “Instituciones” (de un disco editado en 1974) fue emocionante. “Oye niño las cosas están de este modo, una radio en mi cuarto me lo dice todo. No preguntes más”, cantaba Charly mientras a metros el pogo tremendo hacía lo suyo. Increíble simbología. Charly, con 62 años, tenía la edad de esos pibes cuando compuso esa canción. Hace casi 40 años.

No me pasó desapercibido la bienvenida de anoche. “Este es mi ultimo recital antes de empezar un trabajo que presentaré en el Colón, un delirio mío. Así que esta es mi despedida del pop”, dijo.

Y sí. Soy de los que piensa que el rock y el pop (continente ético y estético del mundo García) ya hace rato que no lo contienen. Bastante la piloteó desbordando un talento sin adjetivo posible. He visto en el escenario a Charly enredarse mil veces, como asfixiado, intentando zafar de los esquemas de ese rock.

Si anoche fue el show que lo despide del pop, será histórico. Y eso es como dato extra para la anécdota vanidosa de los que pagamos el ticket. Si acaso es una larga vacación asumida para producir sinfonías, tambié n será el último momento con pogo de Charly.

Oíd mortales. Respuestas, gracias y ¡salud!