Las articulaciones son estructuras pertenecientes al aparato locomotor que conforman la unión entre dos huesos, un hueso y un cartílago, o un hueso y un diente.

Según la composición de una articulación, nos encontramos con:

- Articulaciones fibrosas: Formadas por tejido fibroso, muy rígido, que en algunos casos llega a osificarse. La movilidad es muy reducida. El mejor ejemplo son las suturas, que unen los principales huesos del cráneo.

- Articulaciones cartilaginosas: Aquí el elemento conector es el cartílago, que tampoco permite demasiado movimiento. Un ejemplo son las sínfisis que unen las vértebras.

- Articulaciones sinoviales: Se trata de las más conocidas; su característica principal es la existencia de una cavidad, denominada cápsula articular, que les aporta una elevada movilidad. También poseen un líquido sinovial que lubrica la articulación para evitar el rozamiento. La rodilla es una articulación sinovial.

Las articulaciones están en constante movimiento y sufren especialmente el desgaste con el paso del tiempo. Cuando llegamos a cierta edad comienzan los temidos “achaques”, que suelen incluir dolor y rigidez articular. Es por eso que se aconseja realizar una actividad física de forma diaria para evitar cualquier degeneración articular. Este ejercicio debe estar adaptado a la edad y la condición física de cada uno. No se trata de correr la maratón ni de levantar kilos de peso, sino de subir las escaleras en lugar del ascensor, desplazarse andando en lugar de en coche, etc.

Existe una gran variedad de actividades recomendadas para mantener la forma, como por ejemplo la natación, el yoga, el taichí, el pilates, la marcha, el senderismo, etc. Lo importante es practicarlo con frecuencia.

Ahora bien, el exceso de actividad física también puede ser perjudicial para las articulaciones e incluso ser causa de un desgaste prematuro. Los deportistas de élite y las personas que ejercen un trabajo en el que se desarrollan movimientos repetitivos suelen sufrir de las articulaciones. Incluso existen enfermedades profesionales como el codo del tenista o el codo del golfista.

El sobrepeso es un mal aliado. Los kilos de más sobrecargan las articulaciones y aumentan su desgaste, especialmente en las caderas, rodillas, espalda y pies. El riesgo de padecer problemas articulares aumenta con el sobrepeso.

Otro punto conflictivo de ciertas articulaciones es que, al tratarse de tejido no privilegiado puesto que no es vital para el organismo, se suelen depositar desechos y toxinas para evitar hacerlo en órganos como el corazón, el hígado o el cerebro. Estas sustancias dañinas (ácidos, cristales salinos, tóxicos, complejos antígeno-anticuerpo, etc.) pueden causar patologías degenerativas como la artritis o la gota.

Para evitarlo se recomienda una alimentación adecuada (alcalina, rica en antioxidantes, minerales y vitaminas, y pobre en alimentos acidificantes, lácteos, gluten, carnes y productos refinados) así como realizar curas de desintoxicación al menos dos veces al año, una en primavera y otra en otoño.

Los aceites esenciales, con su amplio abanico molecular y su elevada concentración de principio activo pueden ser de gran ayuda para la salud articular. Pueden emplearse para realizar curas de desintoxicación, para descongestionar las articulaciones, bajar la inflamación y calmar el dolor.