Las fotos impresionan, pero más todavía algunos precios. Tentados ante las ofertas, son muchos los rosarinos seducidos por las compras por catálogo: transacciones comerciales que se comienzan por teléfono y se concretan (se pagan) cuando el paquete llega al domicilio indicado. Pero muchas veces las historias no tienen final feliz.

El de Walter Cao es un caso testigo. Comienza en marzo de este año cuando descubre en un catálogo de la empresa StarPhone (Vinares S.A.) un producto que le resultó interesante y lo compró por teléfono, de buena fe, como hace cualquier persona en un país donde se respeta a los consumidores. Pero, a juzgar por el resultado de su experiencia, en Argentina con algunas empresas no sucede lo mismo.

La empresa StarPhone, domiciliada en Agüero 862 de Capital Federal, distribuye en todo el país un catálogo de venta directa llamado Mundo Directo. Allí estaban las fotografías con la respectiva descripción de varios productos, entre ellos el que llamó la atención de Walter: un cargador de baterías de 9 voltios, compatible con pilas AAA, AA, 6f-22 (9V), entre otras. Uno de los productos más completos en su tipo.

Llamó al teléfono publicado en el catálogo (011-50321212) y la vendedora que lo atendió gestionó la venta en forma directa. A las 48 horas del llamado, un comisionista se presentó en el domicilio de Walter, le entregó una caja cerrada y cobró el importe acordado de 80 pesos. Pero la sorpresa fue enorme cuando, una vez que se fue el comisionista, abrió el paquete y encontró en su interior un producto totalmente distinto y más barato que el adquirido por teléfono; un cargador de pilas común y corriente cuyo costo en el mercado ronda los 25 pesos.

Allí comenzó la odisea de Walter por conseguir que le cambien el producto. Llamó decenas de veces a la empresa StarPhone, pagó dos envíos del producto a Capital Federal para que lo cambien por el correcto, denunció a la empresa en la Oficina municipal de defensa del consumidor y luego en la Secretaría de Comercio Interior de la provincia quien en el mes de julio pasado llamó a ambas partes: el damnificado y Starphone. Walter asistió, pero ningún representante de la empresa concurrió a dar explicaciones.

Los empleados del correo privado que llevaron el paquete de vuelta en dos oportunidades dicen que la empresa se niega a recibirlo y por teléfono la empleada le contesta a Walter que el envío nunca llegó a Capital Federal.

Lo que le sucedió a este rosarino no es una excepción. Según la Oficina municipal de Defensa del Consumidor son muchas las personas que resultan traicionadas en su buena fe al intentar utilizar un método de compra muy difundido en las sociedades desarrolladas, donde se respeta al consumidor quizás por las penas que recaen sobre los estafadores. En el caso de los rosarinos se suma otro problema: muchas de estas empresas tienen sede en Buenos Aires, con lo cual los trámites para hacer reclamos se vuelven no sólo extensos sino además costosos.  

En siete meses, Walter lleva gastados alrededor de 400 pesos en llamadas telefónicas, envíos postales y gestiones varias, pero la caja con el producto equivocado sigue en su casa sin que Starphone se haga cargo del error.