“Es como una muerte silenciosa. Mi cuerpo se consumió de a poquito”, contó Alicia, quien cuenta que en su entorno nadie –ni ella ni su familia– se dio cuenta lo que le pasaba y que fue una amiga la que advirtió que estaba demasiado flaca y que eso no podría ser normal.

Alicía no comía, o “picoteaba algo que no llegaba ni a la boca del estómago porque enseguida vomitaba”. Pero no se daba cuenta. “No, no era conciente de lo que me estaba psando”, contó.

“Es una enfermedad que avanza con sigilo; te agarra desprevenido, tal vez mal psicológicamente, y cuando te das cuenta puede ser demasiado tarde, ya no hay nada que hacer”, enfatizó.

Y agregó: “El cueropo chupó todo, proteínas y minerales. Porque esto viene desde hace tiempo, pero recién ahora mi cuerpo llegó al límite y dijo basta”.

¿Cómo empezó la pesadilla? “Dejé de comer y nada más. Me decían: «Qué flaca que estás». Pero nadie lo asoció a una enfermedad”.

Su amiga, la única que se dio cuenta, la llevó días atrás a un sanatorio. Luego comenzó los trámites en su obra social, la de las empleadas domésticas, para poder iniciar el tratamiento. Pero no, no tenían convenio con instituciones que trataran este problema.

Igualmente, después de unos días, resolvieron la situacón. Alicia empezó a tratarse este jueves.