Catalina está cansada y triste. Hace más de un año dejó atrás su Perú natal para mudarse a Rosario con su marido en busca de un mejor futuro. Pero ahora analiza regresar, vive encerrada en su propia casa. Ya la asaltaron cinco veces y asegura que los ladrones “los tomaron de punto”. La última vez, el lunes pasado, golpearon a su esposo y se llevaron una moto que luego le quisieron revender a 1.500 pesos. Quiere que la policía haga algo.
En contacto con el periodista Pedro Levy de De 12 a 14 (El Tres), Catalina contó cómo es ser prisionero en la propia casa. Con su marido vive en una vivienda de pasillo en zona Oeste. Para llegar al inmueble hay que pasar varias rejas, abrir otros tantos candados, levantar barrotes y burlar la custodia de un perro.
Con todo, nada de eso amedrentó a los ladrones que en cinco visitas se hicieron de lo poco que tenían.
“Se han llevado tantas cosas”, lamentó Catalina, con la voz entrecortada y lágrimas en los ojos. Señaló que tiene tanto miedo de irse de su casa y no encontrar nada al regreso, que en más de una oportunidad ha tenido que rechazar un trabajo. Aseguró que por las noches no pega un ojo y que se siente presa en su propia casa mientras los delincuentes están en la calle y la Policía no hace nada.
“Vine con muchas ilusiones, como muchos de mis compatriotas, Sé que está en riesgo mi vida, pero ya no me importa. Quiero que alguien haga algo”, se quebró.

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