Sabrina Ferrarese

Aunque las comparaciones resultan odiosas, era difícil distinguir entre el público que este viernes fue al teatro El Círculo a escuchar a Gustavo Cordera indicios de aquellos recitales a puro sudor de la Bersuit Bergaravat. Sin embargo, allí estaba la misma voz, el mismo entusiasmo y la energía del Pelado, abriendo el universo de “Suelto”, su primer disco solista a quien quisiera escucharlo.

Cerca de las diez, salió al escenario junto a un grupo nutrido de músicos –en algún pasaje del recital seis guitarras sonaron al unísono- y un coro de tres jóvenes. Más delgado, el Pelado pareció acomodarse recién cuando un caluroso aplauso despedía "Aprendí a esquivar". “Qué lindo calor, qué lindo ese abrazo. Una vez más Rosario, muchas gracias”, dijo y sería la primera de varias frases que dejó correr a lo largo de la noche, todas a modo de reflexión, como si nunca dejara de meditar.

Después, vendrían “Me la juego a morir” y con “Abrió sus alas”, Cordera inició un peculiar movimiento, dejando descansar a uno y otro lado sus caderas, en un paso típico del cantautor. Con “Ansiedad de buscar" se hizo la luz y tras la canción reflexionó: “En todas las relaciones hay búsquedas y a la vez todo resulta volátil”. Así dio entrada al tema que lleva ese nombre y a esa altura, el teatro era un templo.

“Nuestros dolores, miedos, engaños son la zona oscura con la que no nos queremos conectar”, sostuvo y agregó: “Uno mete las manos debajo de la tierra, en el compost, y allí se puede desarrollar la luz interior”. Tras las palabras, dio paso a “Almas armadas”.

De a poco fue variando el clima. Llegó “Oración” y “Mensajera”, la canción más romántica del disco y le siguieron “Madre” y “El viento” que interpretó sentado junto a su guitarra. Después vino “No hay monstruos” y todos acompañaron con palmas y voces una versión de “Mi caramelo”.

“Confío” fue el siguiente tema que cantó Cordera, quien cree que la música es asexuada: “Más bien es un ángel que hace el amor con hombres y mujeres y esperamos que esta noche venga”, dijo arrancando el aplauso del público. La siguiente canción fue “Huguito”, un homenaje a un amigo y con ese sentido tema se fue del escenario para volver enseguida.

El regreso fue con “Pacto”. Allí las butacas parecieron encenderse y desde los palcos llegaron los ecos. Para cerrar, Cordera anunció temas nuevos: no podía faltar la cumbia y fue quizás, el mejor cierre.

Más parecido a aquel hombre en pijamas, saltó y recorrió el escenario con “Baile” y terminó más que arriba con “Sencillamente”, en una versión que obligó a una joven fan a trepar al escenario y buscar a un ídolo que hoy pareció haber mutado. Evolución, diría Cordera.