Cualquier persona en Costa Rica está siempre dispuesta a dar, sonriente y de buena manera, una dirección, especialmente a un turista desorientado, pero el verdadero problema es entenderla.

Direcciones como "al costado sur de Matute Gómez", "25 metros al norte del antiguo Higuerón", y "200 metros al oeste de la casa de Óscar Arias", son las formas cotidianas en las que los costarricenses llevan años ubicando los sitios que buscan.

Pero esta costumbre tiene sus días contados pues esta semana se puso en práctica un proyecto impulsado por la Municipalidad de San José para dotar de nomenclatura formal al casco central de la capital.

Un total de 22.000 placas han sido colocadas en las esquinas de la ciudad con los nombres de sus respectivas calles y avenidas.

Lo que se espera, reconoce el alcalde Johnny Araya, es que los costarricenses abandonen esa manera "arcaica" de dar direcciones, que resulta prácticamente incomprensible para cualquiera que no lleve un buen tiempo viviendo en el país.

"Vamos a superar una situación muy folclórica, pero sobre todo muy primitiva que tenemos los costarricenses de dar las direcciones, con referentes que ya ni existen. Esto no corresponde en pleno siglo XXI a una ciudad moderna", expresó.

En este intento por cambiar los hábitos de la gente, acostumbrada a dar como referencia, por ejemplo, un árbol cortado hace décadas o una farmacia cerrada hace más de 20 años, la municipalidad ha invertido 1,2 millones de dólares, buena parte aportada por bancos patrocinadores.

Y es que los turistas no son los únicos afectados por las "direcciones a la tica": el servicio de correo enfrenta constantemente problemas para encontrar a los destinatarios de cartas y paquetes.

Según Correos de Costa Rica, casi una cuarta parte de la correspondencia del país nunca llega a su destino, pues los carteros no logran dar con la dirección correcta.

San José, con sus más de 1,4 millones de habitantes, es un laberinto de estrechas calles sin nombre ni número, donde restaurantes, paradas de autobuses, edificios antiguos, parques, iglesias y hasta comercios ya inexistentes son los puntos de referencia diarios para movilizarse.

Las direcciones se complementan con señales orientadas en los puntos cardinales, pese a que muchos josefinos reconocen no saber ubicar bien el norte ni el sur.

El alcalde admite que el cambio no será fácil y que conseguir que el grueso de las personas diga "nos vemos en el cruce de avenida cero, calle cero", en lugar de "nos vemos 100 metros al norte de la esquina de la Catedral, frente a (la zapatería) Cachos", llevará tiempo.

La nueva nomenclatura "implica un cambio cultural, la gente se resistirá al principio, pero poco a poco, se acostumbrará", afirma con confianza.

En la calle, el optimismo respecto al éxito de la iniciativa municipal no es tan alto. Algunos taxistas sostienen que están acostumbrados "a la forma de siempre" de dar y recibir direcciones, y que si alguien les pide llevarlos a la "avenida 15, calle 20", no tendrían idea de dónde es.

Por lo pronto, el restaurante que siempre ha estado a un costado del "antiguo higuerón", un árbol de gran tamaño cortado hace años y donde ahora hay una escultura moderna, pasará a estar situado en la avenida cero.
Y la gasolinera frente a la Casa Matute Gómez (una antigua y lujosa vivienda de un militar venezolano que murió hace décadas), estará ahora en la avenida 10, calle 21".

Tal vez los turistas sean los que pronto den direcciones a los desorientados costarricenses.

Fuente: EFE