El gobierno de la provincia de Córdoba decidió suspender al director de Fauna de la Secretaría de Ambiente, Oscar De Allende, "de forma temporal", tras la intensa polémica que provocaron sus declaraciones. El funcionario había propuesto usar las palomas –que en esa provincia son consideradas plaga– como alimento para niños de escasos recursos cubiertos por el Programa de Asistencia Integral Córdoba (Paicor). En la última década, la superpoblación de palomas empezó a ser un problema en varias regiones del país y los gobiernos evalúan cómo controlar su proliferación.

La discusión suscitada en Córdoba reavivó la polémica existente en varias provincias argentinas afectadas por la proliferación de palomas, un fenómeno que avanzó a causa de la deforestación de la cuña boscosa y el exterminio de sus depredadores naturales: caranchos, chimangos y zorros. Esto provocó la migración de las aves que invadieron las ciudades en busca de refugio, agua y comida.

“En la provincia de Santa Fe, la zona de Villa Minetti (departamento 9 de Julio) y todo el norte en el límite con Chaco y Santiago del Estero, es la más crítica dado que los cultivos se ven amenazados por millares de aves que buscan su alimento”, explicó a Rosario3.com, el ingeniero agrónomo Fernando Cocconi, que estuvo a cargo del área Control de Aves del Aeropuerto Internacional Islas Malvinas, de Rosario, durante los últimos 12 años.

“Es evidente que hay que hacer algo con las palomas porque se han transformado en una plaga que afecta a los cultivos. Hay lotes de girasol ubicados en el norte de Santa Fe, La Pampa y Chaco, muy afectados por este fenómeno, pero hay que ser muy cuidadosos a la hora de proponer soluciones, ya que la paloma come una variedad de semillas que pueden estar contaminadas con agrotóxicos o agroquímicos que se acumulan en las grasas y pueden ser transmitidos a quienes las consuman”, explicó el especialista.

“Además –agregó–, la paloma es un animal polífago que come cualquier cosa cuando necesita alimentarse. Desde el cotiledón de la soja recién sembrada, semillas de maíz o girasol e insectos, hasta piedritas o el plomo de los cartuchos que usan los cazadores, un elemento que ingieren para facilitar la digestión”.

“El que come esa paloma está comiendo plomo y puede contraer saturnismo (envenenamiento por plomo) porque este elemento químico pasa a la carne”, señaló Cocconi en alusión al denominado turismo cinegético (incluye la caza de palomas en varias regiones del país, incluída Córdoba) que atrae a cazadores argentinos y extranjeros.

Un recurso alimentario que exige controles previos

El suspendido funcionario cordobés, había hecho la salvedad de que antes de incluir las palomas en el menú infantil del Paicor, se debían efectuar “controles sanitarios necesarios”. Sin embargo, ninguna de sus aclaraciones sirvió como atenuante de la decisión gubernamental que –al menos provisoriamente– lo dejó al margen de sus funciones.

Lejos de escandalizarse con la idea de aprovechar la abundancia de palomas como recurso alimentario, La Pampa comenzó a procesar y a exportar carne de paloma en 2010.

En diciembre de ese año, esa provincia exportó el primer cargamento de más de 30 mil palomas torcazas faenadas a la Unión Europea, en el marco de un plan que apuntaba a solucionar la problemática de la superpoblación de palomas, que afectaba los cultivares de cosecha gruesa y fina.

La subsecretaría de Agricultura aplicó una serie de metodologías ligadas al impacto agronómico, la caza deportiva y la caza comercial e incentivó a los productores a dedicarse a la captura de palomas.

“Un requisito indispensable para saber si un organismo vegetal o animal tiene clorado o fosforado –algo que puede suceder si está afectado por agrotóxicos– hay que someterlo a un análisis cromatógrafo de fase gaseosa. De ese modo se comprueba si está contaminado y se sabe si es apto o no para el consumo humano”, explicó Cocconi.

Pero además, hay que tener en cuenta que en el tracto digestivo de las palomas se alojan todas las gripes. “Si la gripe aviar viniera al país, la paloma sería un trnsmisor de primer orden”, asegura el ingeniero, y agrega que también “transmite toxoplasmosis, escherichia coli y salmonella, a través de las deyecciones. Una paloma elimina al año 5 kilos de materia fecal que cuando se seca con el aire, desparrama virus y bacterias”.

“Por esta razón –explica el especialista– los exportadores de soja y pellet de soja tienen controles muy exhaustivos. Muchos embarques han llegado con restos de salmonella y esto está relacionado directamente con la presencia de palomas en los cultivos”.

Una especie resistente

En Córdoba, donde surgió la polémica medida de incorporar las palomas a la alimentación de los niños carenciados, existen –según datos oficiales– unos 600 millones de ejemplares. En la ciudad de Alta Gracia, en una hectárea de terreno sembrado con girasol, pueden encontrarse alrededor de 3 mil nidos con los padres, los pichones y los huevos.

“Cuando se aplican controles, ya sea por cebo tóxico o por caza, las palomas usan un mecanismo para incrementar su reproducción, que les permite mantener el estándar poblacional. Es muy difícil controlarlas”, admite Cocconi.

Si bien en el Aeropuerto Internacional Islas Malvinas, de Rosario, las palomas nunca significaron un problema (como sí lo ocasionan los teros, caranchos, chimangos y –cada 4 ó 5 años– los aguiluchos langosteros que migran de estados Unidos), esta polémica ave identificada universalmente como el símbolo de la paz, provocó serios inconvenientes en la aeroestación de Córdoba.

En los campos de ese aeropuerto se sembraba soja, cuyas semillas atraían la presencia de ejemplares que causan graves trastornos para la aeronavegación. Ante esto, la Administracion Nacional de Aviación Civil prohibió la siembra en los terrenos de todos los aeropuertos nacionales.

En Santa Fe, las palomas no son consideradas una plaga y para proteger los cultivos, el recurso más usado es la aplicación de repelentes.