“Lo primero que pensé fue que era un ninja lunático”. Pero no, lo que alteró la tranquilidad de la casa de Beat Ettlin y su familia era un enorme canguro que se puso a saltar de aquí para allá.
El canguro de tres metros estaba herido y entró en la casa de Canberra el domingo por la noche, destrozando la ventana.
Mientras Ettlin, su esposa y su hija pequeña buscaban refugio bajo las mantas, el canguro herido saltó sobre ellos, haciendo agujeros en los muebles y salpicando sangre por todas las paredes, según la prensa australiana.
Ettlin, un cocinero de 42 años, luchó con el canguro sangrante, lo agarró del cuello y lo arrastró hasta la puerta de la entrada. El canguro desapareció entre los arbustos.


