Siete hijos tenía el churrero asesinado el domingo a la mañana en Gutenberg y La Paz. Siete hijos que quedaron completamente desgarrados por la muerte de un padre que consideraban ejemplar, que todas las madrugadas se levantaba a preparar los churros que luego salía a vender en su bicicleta, la misma por la que lo mataron.

“Si venía un ladrón él la plata se la daba. Pero siempre decía que la bicicleta no, porque era su herramienta de trabajo y si se la sacaban le cortaban las piernas”, contó Andrea, una de sus hijas.

Daniel Acosta, el churrero, efectivamente peleó por la bicicleta, antes de recibir el disparo en el pecho que acabó con su vida.

El matador es un delincuente que estuvo preso en la comisaría 13ª hasta hace 20 días, cuando luego de su tercera salida transitoria, gracias a un permiso judicial, no volvió más.

Acosta tenía proyectos. Proyectos de trabajo, como eran los suyos, según cuenta su hija Andrea. Ahora planeaba instalar una churrería en su domicilio, en Ituzaingó al 7000. Pero ese balazo letal truncó mucho más que una vida. “Nos mató a todos”, dijo Andrea, quebrada por el llanto, al móvil de Radio 2.