Minutos después de las 18, cuando se cerró la votación y se dio paso al escrutinio de las mesas, en los búnkers se vivieron momentos de tensión que con el transcurso de los minutos y de los datos de boca de urna mutaron a estados de satisfacción o decepción, de acuerdo, claro, al color partidario.
Caras largas, por ejemplo, había entre los radicales no frentistas, cuyos candidatos Alicia Tate y Juan Carlos Millet, cosecharon un magro porcentaje de votos. Tampoco le fue muy bien a Roxana Latorre, pero ella buscaba poner su mejor cara, mientras entre nota y nota se distraía con los partidos de la Copa América.
Por parte de los aristas encolumnados en el Frente Progresista, las caras de Carlos Comi, precandidato a intendente municipal, y de Pablo Javkin, integrante de la lista de diputados provinciales, lo decían todo: las cosas no habían salido tal cual lo habían planeado.
La noticia de que sólo un cinco por ciento de los electores habían acompañado la lista Coalición Cívica había nublado un cielo, que soñaban más claro y Comi fue contundente: no daría notas a la prensa hasta que pudieran constatar ese número, que a sus ojos, resultaba bajo.
Sin embargo, el panorama era más crítico en el búnker radical de la calle Paraguay 358. El silencio reinaba en el lugar y la voz del precandidato a vicegobernador Juan Carlos Millet, reconociendo un fracaso absoluto de la lista Dignidad Radical, provocó un eco. La otrora postal del radicalismo victorioso que conduciría a partir de 1983 el destino de la democracia en el país contrastaba de lleno con un búnker vació, literalmente.
El actual diputado nacional estaba acompañado por Federico Steiger, candidato para la Intendencia rosarina, y sólo algunos colaboradores. Se respiraba un aire de derrota, que fue ciento por ciento, asumida por Millet con un contudente: "Estoy triturado".
El ruido de los otros
Media hora había pasado de las veinte cuando Rosario 3.com ingresó al búnker del precandidato kirchnerista Agustín Rossi. El Chivo no estaba y el anuncio de su silencio hasta que los números fueran confiables fue la oración de bienvenida. En Montevideo 1567 se vivía un clima relajado, mucha gente iba y venía con el teléfono en la mano, cuando los mozos hicieron su aparición, quizás más festejada que si hubiese aparecido el precandidato a dar declaraciones. Mientras, María Lazzaro llamaba a esperar los números oficiales.
A no muchas cuadras, en la puerta del Hotel Riviera, el sonido de los bombos que celebraban el posicionamiento de Rafael Bielsa sobre Rossi empezaba a hacerse oír.
A las nueve y cuarto de la noche, Rafael Bielsa, su hermana María Eugenia y Héctor Cavallero, se atribuían el doble de los votos a nivel provincial, dejando fuera de carrera al Chivo.
Los festejos en el búnker bielsista no fueron grandilocuentes, quizás infundados por el tono de reserva que el trío ganador le otorgó a las declaraciones a la prensa. Afuera del hotel, en cambió, la voz de Fito Páez por el altoparlante se confundía con los acoples de KS, una batucada que le hacía el aguante a “papá Rafael”. Además de los palos, agitaban banderas de Newell´s y de Evita, y la alegría de la victoria, aunque no fuera oficial, los desbordó y cortaron la calle San Lorenzo, utilizando un container.
Mientras, en el Ariston, los socialistas y demás integrantes del Frente Progresista y Social se contenían en su regocijo. Sólo cuando el intendente Miguel Lifschtiz junto a Miguel Zamarini declaró ante los periodistas su propia victoria estalló un aplauso que sería sostenido a lo largo del discurso.
Pero hubo que esperar más aún hasta que salió Binner, que también festejó y se quejó por la lentitud para obtener los datos de las mesas testigo. Lentitud que hizo que saliera último de todos, estirando el trabajo de los periodistas y también de los patovicas del lugar, que no tenían, parafraseando a Griselda Tessio, justamente la poesía.


