No sólo en los cuentos se pasa de ser mendigo a millonario. En la realidad, al menos un hombre demostró que pudo dejar de ser cartero para recibirse de médico cirujano. Se trata del doctor José Birche que juntó cartones y realizó otras changas para pagarse sus estudios y hoy es uno de los profesionales más reconocidos de la salud pública.

Según publica el diario La Nación "la carrera de medicina en la Universidad Nacional de La Plata le costó mucho más que a sus compañeros porque era pobre".

Desde los 15 años trabajó en una fábrica, pero cuando logró ingresar a la facultad, en el tercer intento y a pesar de contar con un promedio de 9.70, debió abandonar el empleo porque los nuevos horarios de estudio no le permitieron continuarlo. Su padre había muerto. Su madre era una mujer de escasos recursos con otros cuatro hijos que criar en Villa Elisa, La Plata. José entendió que para recibirse debía sacrificarse.

"Me tuve que adaptar a todas las circunstancias para poder seguir adelante", explica el cirujano que, en los ratos libres de su vida de estudiante se dedicaba al cartoneo con un amigo. Cartonear era una más de todas las changas que hacía para poder continuar con su carrera. El cirujano vendía lo que juntaba en una cartonera platense, recolectaba flores en los campos de floricultura en las afueras de La Plata, cortaba el césped en su barrio los domingos, entre otros trabajos.

"Cuando entré todo fue muy dificultoso porque no tenía recursos y entonces hacía lo que podía: copiaba libros que me prestaban en la biblioteca. Me copié a mano los cuatro tomos del Tratado de Anatomía Humana de L. Testut", recuerda. Los cuatro tomos son, exactamente, 4339 páginas.

Aunque recuerda sus orígenes, hoy está muy lejos de esos años: es reconocido por realizar su cirugía cardiovascular número 5000 en el sistema de salud pública