Actores involucrados con la educación rural ocuparon las bancas de los legisladores de la Provincia de Santa Fe para exponer acerca de las fortalezas y debilidades del sistema, cada uno desde su propia experiencia particular.

El objetivo que los reunió fue la evaluación del estado de la educación rural en la provincia y la promoción de propuestas para su mejor desarrollo. El foro -que pretende convertirse en un espacio “permanente”- estuvo organizado por la Comisión de Educación del Senado junto a la Asociación de Maestros Rurales de la Provincia de Santa Fe.

No hubo especialistas ni pedagogos. “Es un encuentro propositivo, para tener una mirada clara de la realidad en la que se encuentran nuestras escuelas rurales y empezar a formular propuestas que lleven a un cambio efectivo y no sólo en los papeles”, dijo Carlos Barrera, presidente de la Asociación de Maestros de Escuelas Rurales, al abrir el encuentro, junto al senador Pucheta y a Guillermo Ríos, director provincial de Programas Especiales del Ministerio de Educación provincial.

Uno de los desafíos que se escuchó en las disertaciones de los cerca de 20 foristas que intervinieron (entre docentes, directivos, cooperadores y profesionales) es garantizar el secundario obligatorio en las zonas rurales. Se habló de la necesidad de que los jóvenes no emigren del campo y sigan contribuyendo a su fuerza productiva.

Durante la jornada, se expresaron valoraciones y puntos de vista contrapuestos en dos temas fundamentales. Uno, si la educación rural debe ser considerada una modalidad diferenciada dentro del sistema educativo. Y otro, si fue positivo el cese de la itinerancia rural de los ex octavos y novenos años de EGB o se trató de una medida que provocó mayor deserción de alumnos.

A partir de este año los profesores itinerantes dejaron de recorrer las primarias rurales del territorio santafesino para dictar clases a los alumnos de 8º y 9º año (hoy 1º y 2º del secundario). Los que deben trasladarse ahora son los estudiantes, que deben movilizarse hasta la escuela núcleo más cercana para poder hacer el secundario obligatorio.

El Ministerio de Educación creó 110 núcleos a partir de establecimientos primarios existentes, a los que se agregaron cursos de nivel medio a contraturno.

En el encuentro se escucharon tanto experiencias positivas como negativas de esta medida de gobierno. En determinadas zonas -donde se creó un núcleo o se independizó un anexo- están conformes porque ganaron alumnos. El representante ministerial aseguró que “la nueva estructura que nosotros planteamos de educación primaria y secundaria en estos núcleos, permitió que la matrícula pudiera crecer de manera significativa”, dijo Ríos, aunque no ofreció cifras concretas.

En cambio, en los parajes lejanos a los esos núcleos escolares, los adolescentes abandonaron su educación secundaria porque no pueden costearse los pasajes o porque ni siquiera hay transportes disponibles. “De 71 chicos que egresaron del tercer ciclo de las primarias de El Nochero y Gato Colorado hacia el oeste, sabemos que sólo 41 siguieron la escuela media, es decir, hay un 30 % de deserción”, remarcó Ricardo González, ex docente itinerante del Dpto. 9 de Julio.

Varias preguntas quedaron sin respuesta. ¿Cuántos adolescentes de los 7 mil que en 2008 terminaron séptimo, octavo y noveno en las primarias rurales siguieron yendo al secundario? ¿Fue tan ineficiente el régimen de itinerancia? ¿No será que la diversidad geográfica, económica, de composición poblacional, hace inviable una respuesta única a las necesidades educativas en el medio rural?

Entre los déficits, los participantes del foro mencionaron también la falta de capacitación específica para los maestros, la ausencia de una carrera docente en ruralidad y los requerimientos de más aulas y mejoras en los edificios existentes. “Nuestros chicos dan clases en un galpón donde hasta hay ratas”, reclamó Nadia Coronel, presidenta de la cooperadora de la escuela Nº 711 de San Agustín.

Se mencionó de la necesidad de capacitar a los jóvenes del campo para un mercado laboral que cambió con la incorporación de moderna maquinaria agrícola y de la insuficiente ayuda en materia de nuevas tecnologías. “Tenemos una computadora y el ministerio nos pide que pasemos los datos de matrícula pero no podemos porque no hay Internet, ni línea telefónica”, dijo un docente de El Nochero, pequeña localidad del norte santafesino situada a 20 km del Chaco.

Una directora de Colonia San José pidió abandonar la “visión bucólica” de la escuelita rural perdida en la inmensidad del campo y advirtió que en esas zonas están cruzadas por los mismos problemas sociales que las ciudades. Solicitó gabinetes psicopedagógicos que acompañen a los docentes.

Se abordaron, además, los aspectos sociales que cruzan al ámbito rural desde la sequía hasta el aislamiento cuando llueve por los caminos de tierra, las migraciones y la naturalización del trabajo infantil, tema que fue desarrollado por Marcela Isaías, periodista especializada en educación.

La Ley de Educación Nacional (en su capítulo 10, incisos 49 y 50) considera a la educación rural como una modalidad específica, lo cual para algunos esa definición debería contribuir a su jerarquización. “No quiere decir sectarismo, sino poner la mirada precisa, justa sobre las necesidades de nuestra gente, que todos los días se levanta temprano para cosechar el fruto que hará grande a la patria, y merece una escuela con dignidad”, consideró Carlos Barrera, de la Asociación de Maestros Rurales de la Provincia.

Antes, Guillermo Ríos, director provincial de Programas Especiales del Ministerio de Educación de Santa Fe, había dejado en claro cuál es la posición de la actual gestión. “La educación rural nunca fue ni intenta ser pensada como un espacio autónomo, sino que debe articularse plenamente con todo el sistema educativo. No pueden pensarse políticas focalizadas, sino una política educativa que equipare un ámbito del otro”, adujo.

Fuente: El Litoral