"Ni se ve la pelotita, vuela" expresó un espectador en medio del partido, poco acostumbrado a ver en Rosario saques y planazos de la potencia que sólo son capaces de imprimirle los tenistas de elite. Y ese fue el nivel que se pudo apreciar este miércoles por la noche en el estadio cubierto de Newell’s, donde Juan Martín Del Potro y Fernando González regalaron lo mejor de sí en el evento amistoso que cerró la temporada para ambos con victoria para el primero. La gente respondió y se llevó en las retinas varias imágenes de las que habitualmente ve por TV.

El marco en el microestadio del Parque estuvo a la altura de los protagonistas que allí se presentaban, con las tribunas llenas de gente, globos y banderas para aportar el color. Todo para que el número cinco del mundo terminara un 2009 brillante de la forma que él quería.

El pico de emoción fue la salida de Delpo a la pista, azul y rápida, igual a la que lo vio ganador del último US Open y finalista la pasada semana del torneo de Maestros en Londres. Y como si el recibimiento de la gente fuera poco, una banda rockera de pibes amigos del tandilense le dedicaron un tema en vivo, con letra hecha para él y con los instrumentos montados en un ángulo de la cancha.

Así comenzó la gran velada del tenis de la ciudad, aunque antes calentaron la noche el roldanense Eduardo Schwank y el marplatense Horacio Zeballos, dos raquetas argentinas que prometen.

Los pibes –tienen respectivamente 23 y 24 años– entendieron desde el primer game que se trataba de una exhibición y fue eso lo que dieron, con pasajes espectaculares y con gestos provocativos –llegaron a gritarse los puntos más chivos y hasta arrojarse las raquetas– pero siempre dentro de la amistad que mantienen y con la sola idea de robarle la risa y también una ovación de la gente, cosa que lograron con creces.

El de Roldán comenzó perdiendo pero luego se recuperó y se impuso por 3-6, 6-4 y 6-4.

Al rato, y a diferencia del duelo preliminar, Delpo y Feña prefirieron tomarse el partido muy en serio y brindar el espectáculo con esa fórmula, desplegando un tenis de alto vuelo, acorde con dos top ten mundiales (más allá de que el trasandino se encuentre hoy en el puesto 11).

Un saque demoledor y un filoso slide fueron las armas del argentino, mientras que el chileno, dueño de una de las mejores derechas del circuito profesional, no se cansaba de pegar plano, profundo y muy fuerte, arrancando en el público casi tantos suspiros de admiración como su rival, el dueño de casa.

Y en esa condición, la Torre de Tandil no quería fallar y luchaba con el cansancio de todo el año para responder al cariño de afuera. Por eso se lo vio festejar puntos con el puño apretado, o quejarse con los brazos abiertos cuando los jueces le cobraran en contra algún pique muy fino.

No falló, ya que todos fueron a verlo no sólo jugar sino ganar. Y Del Potro se impuso en sets corridos, 6-4 y 7-5, luego de despilfarrar varios match points.

El abrazo final con su amigo chileno y la premiación oficial pusieron el broche de cierre a otra noche inolvidable en la que la ciudad disfrutó de un poco de deporte de primer nivel mundial. Rosario se maravilló y apasionó con una pelota en movimiento, y esta vez no fue la de fútbol.

Pinceladas de una noche de tenis y magia

El cubierto de Newell’s se fue poblando despacio –primero las plateas y luego las populares de arriba– y a la hora del partido central ya las tribunas estaban cubiertas de gente.

Todos –en su gran mayoría familias– esperaban por Delpo con globos celestes y blancos para hacerlo sentir lo que es hoy por hoy: un héroe del deporte nacional.

En los pasillos, decenas de promotoras de los diferentes auspiciantes del evento hacían que varios desvíen por momentos la mirada de la cancha.

Y un partido aparte se jugó en los dos espacios vip, donde organizadores, invitados y periodistas compartieron comidas y bebidas que iban desde el sushi con champán hasta los típicos de miga con jugo o agua sin gas.

El club Newell’s Old Boys era de alguna manera local y lo hizo sentir con la presencia del presidente de la entidad, Guillemo Lorente, junto a otros miembros de la comisión directiva, el manager del fútbol Gustavo Dezotti y algunos jugadores como Franco Dolci o Ignacio Fideleff, que no pudieron zafar de los autógrafos y las fotos de los hinchas.