Científicos del Instituto del Cáncer del University College londinense trabajan en una nueva técnica destinada a atacar los tumores con nanopartículas de óxido de hierro.

"En los últimos treinta años no han mejorado prácticamente los índices de supervivencia de los enfermos de cáncer de pulmón", explica Sam James, del Centro de Investigaciones Respiratorias de esa universidad, en declaraciones al diario "The Times". "Queremos atacar cánceres en los que ha fallado la quimioterapia", agrega el científico.

A diferencia de lo que ocurre con los tratamientos convencionales, las nanopartículas pueden dirigirse a las células afectadas bien utilizando imanes externos o ligándolas a agentes biológicos que buscan los tumores como los anticuerpos.

Una vez que han llegado al tumor, las nanopartículas pueden calentarse y matar así las células inmediatamente próximas sin que se vea afectado el tejido sano.

El calentamiento se consigue mediante un campo magnético alterno generado por una máquina conocida por las siglas de Mach, que responden en inglés a "hipertermia de corriente alterna magnética". El Servicio Nacional de Salud del Reino Unido ha aprobado ya el uso de nanopartículas de óxido férreo, que el cuerpo puede luego eliminar fácilmente.

"Sabemos que el calor mata las células cancerosas pero no se puede utilizar sistemáticamente sin matar de paso al paciente", explica el profesor Kerry Chester, uno de los miembros del equipo investigador que desarrolla la nueva técnica.

"Lo importante es que podemos ver a dónde van las nanopartículas y utilizarlas para atacar con precisión", agrega el científico.

El equipo del University College trabaja en tres estrategias diferentes para guiar a las nanopartículas hasta los tumores.

Una de ellas consiste en vincularlas a células troncales de la médula ósea, que han demostrado tener una gran afinidad al cáncer de pulmón.

Otra estrategia se basa en el empleo de fragmentos de anticuerpos para transportar las partículas hasta el tumor y la tercera utiliza imanes externos para ese fin.

Los científicos dedicarán los próximos tres años a estudiar esas técnicas con animales, tras lo cual comenzarán los ensayos con pacientes humanos.

Fuente: EFE