En los cuatro meses que pasaron desde que se comenzó a implementar la ley de donante presunto, la donación de órganos creció en la Argentina un doce por ciento. “En este incremento se incluyen solamente casos en los que se aplicó la norma, no se cuentan los que afirmaron su decisión de donar por voluntad propia”, aclaró el director del Cudaio, Armando Perichón. En Santa Fe, sin embargo, todavía no siente el impacto ya que se manejan los mismos números que el año pasado. “No tenemos una diferencia importante, como sucede en Buenos Aires, pero tiene que ver con la cantidad de población. Lo que de todos modos implica que la ley llegó en buen momento porque si no existiera hubiéramos tenido un descenso”, evaluó.

La ley de donante presunto “es una herramienta más que tenemos junto al Programa Federal (que establece la coordinación entre Nación y provincias a la hora de los operativos), que implicó un gran aumento de operativos desde su aplicación en 2003”, explicó el especialista, quien aprovechó para ahuyentar algunos fantasmas sobre la norma. “Nadie le va a sacar órganos a nadie. Frente a presunción se va a hablar con la familia para confirmar que no había oposición expresa del fallecido”, aclaró.

“La práctica nos demuestra que no estábamos tan equivocados, que si seguimos trabajando se puede aumentar aún más”, se ilusionó Perichón, quien acompañó este martes a la familia Trivisonno en su cruzada anual para coincientizar a la población. Hace siete años que Antonella Trivisonno no está. La nena, que tenía seis años, falleció el 29 de agosto de 1999 en un accidente ocurrido en la esquina de Salta y Ovidio Lagos. Su familia decidió entonces donar sus órganos para permitir que su tragedia llevara alivio a otras personas. Y desde entonces, cada aniversario, vuelven a esa esquina para concientizar a la población sobre la importancia de la donación de órganos a través de pasacalles, carteles y volantes.

“Creo que al tema hay que planteárselo mientras uno está sano, pensar en ser solidario porque no somos eternos ni inmunes a nada”, explicó Silvia, la mamá de Antonella. “Poder ponerse en el lugar de la donación o de ser un posible recepción te permite hablar de oportunidades. Antonella tuvo oportunidad de amar muchísimo y ser amada. Espero que otras familias puedan aprovechar la oportunidad que ella tuvo”, continuó. “La familia Trivisono es un ejemplo”, destacó Perichón. “Ellos han pasado por etapa difícil perder un hijo y tomar conciencia de donación de órganos en ese momento y después de siete años siguen”. Es importante ver cómo “una familia que se repone a la tragedia colabora con sociedad”, concluyó.