Puntual en su anunciada impuntualidad, el presidente Néstor Kirchner llegó a tiempo para encabezar el acto cívico por el Día de la Bandera –el desfile militar terminó minutos antes de su arribo– y pronunciar un discurso en el que no hubo anuncios –quedaron reservados para el almuerzo en la Bolsa de Comercio, aunque adelantó que el Circunvalar será una de las obras para las que vienen fondos– y sí referencias a Manuel Belgrano y a la "lealtad" que según el jefe del Estado siempre la han profesado los rosarinos. Y como se sintió cómodo, cuando el acto terminaba se dio el gusto: saltó las vallas y se mezcló con el público, para saludar, firmar autógrafos. Darse, al fin de cuentas, el baño de pueblo que tanto le gusta. Antes de mezclarse con otra gente, los empresarios que lo esperaban en la Bolsa, con seguramente menos ganas de apretujarse con él. Y luego de eludir las requisitorias periodísticas, más allá de una breve respuesta que le dio al periodista de Canal 3 Pedro Levy, luego pasado por arriba por la custodia presidencial: "Es un hermoso día, Paso a paso vamos a seguir mejorando". 

También Cristina tuvo su baño de pueblo, aunque algo más recatado. Ella no saltó ninguna valla, pero sí saludó y firmó autógrafos. Su coqueto tapado fucsia –que recibió un "regalito" de un pajarito que rondaba el palco y fue limpiado con agua mineral– no daba para estar apretujada entre la gente.

La participación de Kirchner, que llegó a las 11.15 a la ciudad y a las 11.38 ingresó al palco montado frente al Monumento, no fue suficiente para que el acto tuviera el brillo que se esperaba. Es que acaso por el mal tiempo o por el día laborable, el público fue bastante menos que el esperado.

Antes del presidente hablaron el gobernador Jorge Obeid y el intendente Miguel Lifschitz. Ambos agradecieron la presencia del jefe del Estado, que "jerarquizaba el festejo" por los 50 años del Monumento, que motivó que Kirchner trajera una placa conmemorativa.

A su turno, Kirchner elogió a ambos –a Obeid lo trató de "amigo de toda la vida"– y destacó que hayan podido trabajar en conjunto por el bien de la ciudad y la provincia más allá de las diferencias partidarias. "El objetivo era recuperar potencialidad de Rosario, que gracais a Dios poco a poco se va recuperando", enfatizó.

"Hay que abrazarse a la bandera de la patria y lo fundamental es devolverle a los argentinos la confianza y la fuerza; ir recuperando la autoestima, entender que la Argentina tiene muchas posibilidades de seguir creciendo y el cambio recién comienza, recién empezamos a salir", insistió. Y sostuvo que Belgrano, junto con San Martín y Moreno, es "una verdadera inspiración de todas las tareas que llevamos adelante".

Luego de las palabras de Kirchner empezó la acaso parte más emocionante del acto: el desfile cívico, que incluye la bandera más larga del mundo llevada por el propio público, el paso de los ex combatientes de Malvinas y de un grupo de conscriptos que había desfilado en 1957, en el acto de inauguración del Monumento.

A las 13.25 aproximadamente finalizó todo. El presidente, que rompió el protocolo y saltó las vallas para saludar cara a cara al público, ya se había ido hacia la Bolsa. Y la lluvia, ya más copiosa, había espantado a casi todos los rosarinos que pasaron por el Monumento.

Primero, el desfile militar

Antes, a las 10.30 empezó el desfile militar y a las 11.15 terminó, casi en simultáneo con la llegada del presidente, que cerca de las 11.15 aterrizó en el aeropuerto Islas Malvinas y minutos después bajaba del helicóptero que lo trasladó al parque a la Bandera, para dar inicio a la segunda parte del acto: la cívica.

La apertura formal la hicieron el intendente Miguel Lifschiz y la vicegobernadora María Eugenia Bielsa –el gobernador Jorge Obeid esperaba a Kirchner en Fisherton–. Luego llegó la bendición del arzobispo José Luis Mollaghan –que al hablar del legado de Manuel Belgrano, incluyó un párrafo contra el aborto– y el juramento a la bandera de las tropas formadas en la avenida Belgrano.

"Sí, juro", sonó con fuerza de boca de los soldados, para luego del sonar de las trompetas arrancar el desfile. Aunque antes hubo tiempo para que el jefe del Ejército, Roberto Bendini, entregara a Lifschitz una bandera del Ejército de los Andes para que quede en el Monumento en su aniversario número 50.

Temprano comenzó la movilización para el desfile del 20 de junio. Autoridades municipales, soldados, ex conscriptos que desfilaron hace 50 años en la inauguración del Monumento y hoy volvían a hacerlo, y autoridades municipales fueron los primeros en llegar a la zona del Parque a la Bandera para este acto del Día de la Bandera, al que el presidente Néstor Kirchner llegó tarde, con el desfile militar ya terminado.

El jefe del Estado arribó a Rosario acompañado por su esposa Cristina y los integrantes de su gabinete, además del diputado nacional santafesino Agustín Rossi, al que no le viene mal de cara a las internas abiertas que se le haya reservado un lugar en el avión presidencial.

También el público, claro, se fue acercando, con la intención de ser protagonista desfilando con la bandera más larga del mundo. Sin embargo, al momento del arranque del desfile había poca gente en el parque a la Bandera, mucho menos que la prevista. Dos cuestiones conspiraban; el día laborable salvo para la administración pública y el mal tiempo, con amenaza de lluvia incluida, que se convirtió en realidad casi al mismo tiempo que el jefe del Estado pisaba suelo rosarino.

Obispo contra el aborto

El primer discurso fue el del arzobispo Mollaghan. Que aprovechó para ratificar la postura de la Iglesia contra el aborto en el marco de su mención del legado de Belgrano. Así, pidió por la "defensa de las grandes ideas de la Nación" como el "respeto mutuo, la libertad, la unión nacional y la inclusión", como también por la defensa de la vida como "el primero de los derechos humanos que debemos respetar desde el momento de la concepción" .

Mientras, en el palco los comentarios políticos estaban a la oden del día. Allí estaban desde temprano los funcionarios provinciales y municipales, legisladores –entre ellos los candidatos a gobernador Hermes Binner y rafael Bielsa– y, por supuesto, lugar para el presidente y su comitiva.

En l avión presidencial viajaron, además de los miembros del gabinete, dos santafesinos en lugares privilegiados: el gobernador Jorge Obeid, que se quedó esperando a Kirchner en el aeropuerto, y el diputado nacional Agustín Rossi. Esta vez no hubo lugar para Bielsa, que quedó junto a su hermana María Eugenia en Rosario.