Maricel Bargeri

Este domingo, a las 22, en Plataforma Lavardén, Sarmiento y Mendoza, se presenta Rococó (Mujeres al filo), el espectáculo de stand up con Natalia Carulias, Maju Lozano, María Carámbula, Bimbo Godoy y Diego Reinhold

“Es como un encuentro semanal de tupperware, como de revendedoras de Avon”, resume Diego Reinhold, en diálogo con Rosario3.com sobre la química cómplice articula la apuesta en el escenario.

El actor, comediante y compositor oficia en Rococó de presentador encargado de convocar una a una a las chicas al escenario, aunque, a veces, alguna se resista.

“Hay un sketch en el que ninguna de ellas quiere salir y yo las obligo. Soy como el stage manager que las empuja. Pero, más allá de esta actuación,  el resto es un espectáculo se stand up clásico en el cada una tiene su monólogo”, reseña el ex conductor de Demoliendo Teles (El Tres).

Tanto Reinhold como las cuatro actrices escribieron sus partes habladas y, también, es/son el/las  autor/as de las partes musicales del espectáculo.

“Es una propuesta es muy teatral, pero con sorpresas mecánicas”, avanza Diego.

A la hora de tipificar los monólogos de cada una de “las chicas” Reinhold apunta: “Todas tocan varios botones, pero podría decirte que Bimbo Godoy es la más ansiosa, María Carámbula es más maldita y vengativa, Maju Lozano es un fracaso toral, y Natalia Carulias es la madraza de todas”

—¿Por qué eligieron Rococó para el título?

—Es uno de los aspectos más divertidos del espectáculo, el título. Porque uno piensa en “rococó”, como algo muy decorado, muy formal y ornamentado, y la verdad es que, si bien hay un super espectáculo, porque hay números musicales y toda una producción importante, cuando llega la parte del stand up y las chicas cuentan lo que les pasa, tiene un nivel de tragedia y un nivel de frustración, de acidez, que nada tiene de rococó. Son mujeres que están al filo de la locura.

—Hablás de monólogos y stand up desde ciertos elementos comunes pero, ¿Cuál sería la diferencia entre ambos?

—Podría decirse que el stand up es una cosa más industrializada que viene con algún reglamento y leyes a cumplir, mientras que el monólogo es un soliloquio. El stand up tiene un esquema sistemático que uno tiene que cumplir que tiene que ver con uno, con hablar siempre desde uno, no desde un personaje a interpretar. Editorializás sobre aspectos cotidianos de la vida, como un modo de ver que es tu punto de vista. En el stand up el Yo, como persona real, es muy importante.

—¿Y a qué te atribuís la repercusión que tiene el género?

—Tiene que ver con las facilidades que promete el stand up, con la simpleza. Es fácil tanto para hacer como para ver.

—¿Desde qué lugar es fácil para el espectador?

—Porque es de altísima identificación con él. Yo me paro arriba del escenario y digo: «Tengo un problema con las canillas. No sé cuál es la fría y cuál la caliente». Y es un problema con el que el espectador rápidamente se identifica, porque es un problema que nos pasa a todos. Estoy hablando de mí, que vivo el un ciudad en la que todo el mundo vive de la misma manera. Hablo dese cosas muy conocidas, muy cotidianas  que tienen que ver con la coyuntura social de las personas. No te estoy dando ningún tipo de personaje ni psiquismo, sino que estoy yo, parado en el escenario, hablando de las canillas. Y eso para el espectador es muy sencillo. No hay que dar por entendido nada ni entrar en convencionalismos. Sos vos con un micrófono para que yo te escuche, contándome lo que a vos te pasa. No hay más que eso, a lo sumo, las peripecias de la mente se relacionan con alguna construcción del chiste, pero no es más que eso. Es fácil de verlo y es fácil de contar.