El 40 ya no es el número clave, el antes y el después de la vida de una persona. A esa edad todavía no se está en la mitad de la vida sino que ese momento llega diez años después, a los 50 años. Así la llamada crisis de la “mediana edad” se produce una década después, cuando los chicos ya son más grandes y las preguntas y cuestionamientos acerca de la vida comienza a hacer torbellinos en las mentes, sobretodo las femeninas.

Según publicó el diario Clarín, quienes estudian el tema afirman que el replanteo de las cuatro décadas es un concepto que ya pasó de moda y en cambio, plantean que el balance de lo vivido empieza a los 50.

Lila Isacovich, psicoanalista de la Fundación Buenos Aires sostuvo: "Antes se pretendían algunos logros para determinadas edades y ahora, esos mismos objetivos, se han desplazado, sobre todo la llegada de los hijos. Se acepta socialmente a una madre primeriza a los 40 que hasta ese momento pudo estar más concentrada en su profesión o en establecer su pareja. Hay un permiso para probar, cambiar, degustar, separarse, intentar experiencias que antes no se concebían. Y todo eso lleva más tiempo".

Otro de los puntos que se analiza es la mayor expectativa de vida que lleva que, actualmente un argentino puede llegar a vivir 77 años. Y las estadísticas demuestran que también se prolongan momentos vitales como la maternidad. "Hace diez años ni se pensaba en las técnicas de fertilización a las que hoy recurren cada vez más mujeres", reflexionó Beatriz Literat, ginecóloga y sexóloga del Instituto Médico Halitus.

La calidad de vida de la gente también se ve más cuidada ante la actividad física, las dietas, la cosmética, las cirugías estéticas y el diagnóstico precoz de muchas enfermedades.

Otra cuestión que destacan los especialistas es que este balance a mitad de la vida ya no se vive como problemático sino más bien como una transición en la que no falatarán oportunidades de cambiar para mejor. Al respecto, Guillermo Julio Montero, presidente de la Fundación Travesía, dedicada al estudio de esta etapa, explicó: "Cuando se vive una crisis de mediana edad comienza una desesperada búsqueda por recuperar el tiempo perdido, con intención de prolongar su juventud y posibilidades de deprimirse". Y comparó: "Si, en cambio, la persona vive una transición aumenta su potencial creativo, su vínculo consigo mismo y con los demás y logra reelaborar su propia historia".

La psicóloga Beatriz Goldberg se refirió al cambio de vida que se puede iniciar a esa edad “en medio de planteos existenciales, de tono religioso y espiritual". Así se puede llegar a cambiar de casa, de ciudad, de trabajo y de pareja. Esto último confirmado por los datos del Registro Civil: 44 años es la edad promedio de los bonaerenses que se divorcian porque vuelven a formar una pareja y se casan de nuevo.

En el mundo pasa algo similar. Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Warwick, en Inglaterra, y del Darmouth College, en Estados Unidos que analizó los hábitos de más de 2 millones de personas de 44 a 50 años en 80 países, registró que "alguna personas sufren más que otras. Le pasa al hombre y a la mujer, a los solteros y a los casados, al rico y al pobre, a los que tienen hijos y a los que no tienen".