Si, es cierto, hace frío en todo el país. Mucho frío.
Claro que es invierno y grados más grados menos desde que me acuerdo siempre fue así. Algunos años era frío polar, otros un poco menos, pero los inviernos no fueron cálidos nunca, a no ser que falle mi memoria.
De todas formas entiendo mi compromiso. Si apago las luces que no necesito, las estufas que no voy a usar, utilizo los electrodomésticos con cuidado, etc, no solo habré ahorrado unos buenos pesos como mi abuela me enseñaba sino que la parte que no consumo la puede aprovechar otro que a lo mejor le hace más falta que a mí.
Uno no vive solo en una isla, ¿no?
Siempre que razono así se me acumulan las ideas…
¿Será el frío?
Estoy pensando que en realidad como ciudadana argentina tengo en este sentido “otro” compromiso.
Veamos. En invierno hay más consumo de energía por el clima, pero en verano, ¡también! Además eso que llaman crecimiento demográfico es real, cada vez hay más nacimientos. La gente se muere más vieja (lo cual a mi me viene muy bien).
Por lo tanto comprendo que se vuelve imprescindible tomar las medidas necesarias para abastecer esta hermosa población en crecimiento, no más personas padeciendo fríos fuertes, no más calores enfermizos.
No más vidrieras tentadoras llenas de split sofisticados, estufas movedizas y tantas paqueterías para mejorar el confort hogareño, si no hay como sostenerlos luego.
Suena simple, sencillo. No me parecen ideas muy ingeniosas las mías.
Sin embargo siento la fuerza del compromiso. Debo vigilar que aquellos que el pueblo elige pensando que es para su bien, sea realmente así. Si no los controlamos y los seguimos de cerca, nos dicen cualquier cosa como por ejemplo esto de que la falta de energía se debe al frío polar…
Y en verano se debe a la “ola de calor”.
¿Y las inversiones?
Y ahí está mi segundo compromiso.
Primero, ahorro energía en mi hogar y lugar de trabajo y segundo sigo de cerca a los responsables de que el ser humano viva con la dignidad que necesita y merece, en cualquier estación del año.
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