Dumb ways to die. Formas tontas de morir. Así se llama el juego que, por estas horas, mantiene en vilo a gran cantidad de fanáticos. Algunos se animan, incluso, a pronosticar que generará tanta pasión como el Candy Crush. Lo cierto es que la propuesta combina humor negro con un mensaje controversial y obliga al jugador a ser rápido de mente y dedos. Toda una receta para el éxito.
Dumb ways to die nació como una campaña publicitaria de trenes en Australia. Creada en noviembre de 2012 por la agencia McCann de Melbourne, el objetivo era llegar a la gente que no estaba interesada en escuchar ningun tipo de publicidad sobre normas de seguridad. Querían bajar las muertes en la zona de vías. El aviso contenía mucho humor negro y era protagonizado por una serie de simpáticos personajes que mostraban formas muy tontas de morir. La música era pegadiza, tipo jingle.
El comercial fue premiado en la edición 2013 de Cannes Lion pero tuvo además mucho éxito viral. En sus primeras dos semanas en YouTube, el video fue visto 28 millones de veces. Se volvió un hit mundial. Era cuestión de tiempo hasta que apareciera en formato videogame, con una propuesta controversial: evitar "maneras tontas de morir".
En la práctica, hay que ser rápido de mente y dedos para poder realizar en pocos segundos las tareas que se pidan: escapar de abejas asesinas, tapar agujeros rojos en alguien que se desangra, sacar con un tenedor una tostada del tostador sin electrocutarse, escapar de ser comido por un oso. Si no se logra... el protagonista muere. Cada jugador tiene tres vidas. Y a medida que se van “salvando vidas” se avanzan niveles. La clave es que cada "episodio" del juego dura apenas unos segundos y aún la tarea más tonta, a veces por falta de tiempo o coordinación de manos, no logra realizarse. Lo que genera una verdadera adicción: es cuestión de jugar una y otra vez.


