Las deficiencias del sistema escolar hacen que cada vez sean más los que optan por el homeschooling, una tendencia que nació con ese nombre en Estados Unidos y que en ciertos países está contemplada como una alternativa educativa más. En Argentina, existe una red que vincula a estas familias, donde los papás intercambian libros de consulta, videos, experiencias personales y también las vías legales para defender su postura ante la sociedad.

“No hay coherencia. Hay cientos de chicos que viven en la calle o trabajan en lugar de ir al colegio y el Estado nos persigue a nosotros que elegimos educarlos en casa”, se queja Irene, la mamá de los niños que aprenden sin horarios ni lugares fijos.

Si bien la Constitución Nacional da a los padres la libertad de elegir la institución en la que se educarán sus hijos, la Ley de Educación nacional no contempla este tipo de educación personalizada. “Hay dos familias en Buenos Aires que han dado la pelea judicial, pero sus hijos fueron sometidos a todo tipo de controles psiquiátricos, incluso estuvieron a punto de quitárselos. Yo no quiero que mis niños pasen por eso”, confió la mujer.

“En Mendoza, varios papás buscan argumentos que podríamos tildar de falsos para que sus hijos rindan libre a fin de año o salteen trayectos más largos, como un ciclo entero.
Enfermedades, fobia escolar, circunstancias laborales de los tutores, viajes largos. Hay que tener en cuenta que, por lo general, se trata de familias pudientes”, señaló Alejandro Castro Santander, asesor pedagógico en varias instituciones locales.

Desde el Gobierno, destacaron que el sistema educativo que avala el país exige la presencialidad. “No hay otro modelo que permita promocionar. Para acreditar los conocimientos hay que tener el aval de una institución educativa”, arremetió el subsecretario de Educación de la provincia, José Rivas.

El funcionario, quien se mostró totalmente crítico de esta postura, aclaró que lo único que permite la normativa es una maestra domiciliaria en caso de enfermedad u otra justificación probada o rendir como alumnos libres, en circunstancias puntuales.

Lo cierto es que hay casos de niños educados por sus progenitores que han llegado a la universidad. Esta red nacional, por ejemplo, cuenta entre sus miembros con tres abogados, que a su vez han desescolarizado a sus hijos. El camino que están tomando algunos es que directamente acrediten todos sus conocimientos de adultos en un CENS, para acceder a la universidad.


“No les enseñan a pensar. Salvo contadas excepciones, los docentes no les generan la curiosidad y el interés. Todos están en las aulas por obligación. Lo que yo hago es mantener su mente activa, es la herramienta que necesitarán siempre para autogestionarse la educación”, comentó uno de los padres que lleva adelante esta experiencia.

Que la escuela “se quedó en el tiempo”, que no “enseña a pensar”, que deja afuera el factor humano, que sus maestros no tienen vocación... son las razones que esgrimen quienes han tomado este camino o están por hacerlo.

“No estoy de acuerdo con la estructura vertical del sistema -si el docente no tiene libertad, menos los chicos- ni con sus rituales ni con sus métodos. La institución rompe con la naturalidad y creatividad que trae el niño. Está muy lejos de formar sujetos críticos”, expresó Paula, quien lleva 11 años en la docencia y asegura que no desescolariza a sus hijos sólo por falta de tiempo.

“Esta movida surge de padres jóvenes, críticos, profesionales, que tienen otras expectativas respecto de la sociedad. También es cierto que a veces esta postura no está relacionada con lo poco que aprenden, sino con actitudes sobreprotectoras, que terminan agudizando la victimización en lugar de superarla. Sobre todo frente al clima hostil que se vive hoy en las escuelas”, explica Castro Santander.

Una de las principales críticas que le hacen a esta pedagogía es la carencia de socialización. Rivas destacó el hecho de que en la escuela se aprende a convivir, se practica el respeto y la tolerancia que después se necesitan para desenvolverse en la sociedad. “Tomar esta postura es aislar al chico. El aprendizaje no es sólo individual, se aprende colectivamente porque me enriquezco con el proceso del otro”, manifestó.

Estos padres sostienen que para relacionarse con pares están los clubes, las actividades artísticas o deportivas, los grupos barriales, etc. “No los queremos criar en una burbuja, la idea de desescolarizarlos no es para cortarles los vínculos. Por el contrario, participan de muchas otras actividades extra”, sostuvo Virginia, una mamá que envía a sus hijos al colegio, pero está detrás de un proyecto educativo distinto.
Fuente: Los Andes de Mendoza