"El Negro iba por la vida como si fuera un niño, sin ningún tipo de protección, para él era imposible pensar que la gente le quisiera hacer dañor", evocó Gabriela Mahy, la viuda de Roberto Fontanarrosa, a poco de cumplirse un mes de la partida del entrañable escritor y humorista. "Siento que su presencia en mi vida fue muy fuerte y de la misma manera es muy fuerte su ausencia", planteó.

En diálogo con Alberto Lotuf (Radio 2), Mahy sostuvo que le parecen "maravillosos" los homenajes que se le han realizado y realizan al Negro. "Pero estoy de duelo. El Negro era del pueblo, pero estoy recién caminando lentamente. Esta toma de decisiones me abruman", sostuvo, en alusión por ejemplo a quienes le consultaban si iba a convertir el estudio del humorista en museo. "No me animo a tocar nada en el estudio porque siento que lo estoy profanando", sostuvo. Aunque adelantó que "con el tiempo será lógico" compartir lo individual para que la gente lo recuerde.

Mahy recordó, además, cómo se conoció con el Negro. "Nos conocimos en un bar", relató. "Los bares eran los lugares donde el Negro conocía gente", explicó. "Yo sabía quién era él, él no sabía quién era yo. Fue un cruce de miradas fuertes. Después pasamos mucho tiempo sin vernos, pero nos fuimos acercando lentamente en la vida.
Fue encuentro maravilloso". Y concluyó: "Una de las cosas que me mantienen  es que pude hacerlo feliz".