El papa Benedicto XVI ha denunciado el "escándalo" del hambre y del gasto militar que vive el mundo actual en un discurso el que ha exigido eliminar las disfunciones de la economía mundial para poder aliviar las penas de los más pobres. Además, el pontífice adelantó que en mayo visitará Brasil.

Las denuncias del Pontífice están contenidas en el discurso de seis páginas que ha dirigido a los embajadores acreditados ante El Vaticano con los que, como es tradicional a principios de año, ha repasado la situación internacional y ha expresado las prioridades de la Iglesia Católica.

"Se trata de una ocasión para consolidar nuestra esperanza y para comprometernos aún más al servicio de la paz y del desarrollo de las personas y de los pueblos", dijo Benedicto XVI antes de empezar ese repaso que comenzó con las "cuestiones esenciales".

"¿Cómo no pensar en los millones de personas, especialmente mujeres y niños, que carecen de agua, comida y vivienda", se preguntó el Papa para después calificar de "escándalo" el hambre existente en el mundo y "que tiende a agravarse".

"Es inaceptable en un mundo que dispone de bienes, de conocimientos y de medios para subsanarlo", aseguró Joseph Ratzinger, para quien esa situación debe impulsar a cambiar los modos de vida y eliminar, de manera urgente, "las causas estructurales de las disfunciones de la economía mundial".

Ese cambio, incluye, "corregir los modelos de crecimiento que parecen incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente y un desarrollo humano integral para hoy y sobre todo para el futuro".

En ese sentido invitó a los mandatarios de las naciones "más ricas" a "tomar las iniciativas necesarias para que los países pobres, que a menudo poseen muchas riquezas naturales, puedan beneficiarse de los frutos de sus propios bienes".

El Pontífice también alentó a reanudar las negociaciones de la Ronda de Doha en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y a continuar y acelerar "el proceso de anulación y reducción de la deuda de los países más pobres, sin que ello esté condicionado por medidas de ajuste estructural, perjudiciales para las poblaciones más vulnerables".

El Papa también censuró la situación en que se encuentra el desarme: "se multiplican los síntomas de una crisis progresiva, vinculada a las dificultades en las negociaciones sobre las armas convencionales así como sobre las armas de destrucción masiva y, por otra parte, al aumento de los gastos militares a escala mundial".

Frente a ello, aconsejó que "las cuestiones de seguridad, agravadas por el terrorismo que es necesario condenar firmemente, se traten con un enfoque global y clarividente".

Benedicto XVI incluyó la inmigración en el capítulo de las crisis humanitarias y, tras pedir un apoyo más fuerte a las organizaciones de ayuda, afirmó que "es ilusorio pensar que los fenómenos migratorios pueden ser bloqueados o controlados simplemente por la fuerza".

"Las migraciones y los problemas que crean deben afrontarse con humanidad, justicia y compasión", dijo.

Benedicto XVI también citó las amenazas que, a su juicio, "se extienden contra la estructura natural de la familia, fundada en el matrimonio de un hombre y de una mujer", pues entiende como un intento de relativizarla "darle el mismo estatuto que a otras formas de unión radicalmente diferentes".

De lo general, el Papa pasó a lo concreto y citó 28 países por vivir en las situaciones peores.

Ratzinger dedicó buena parte del discurso a los conflictos en África, sobre todo en Sudán y Somalia, y en Asia, especialmente, en de Oriente Medio.

Sobre Oriente Medio, Benedicto XVI dijo que "no es posible contentarse con soluciones parciales o unilaterales" y estimó que "es necesario un enfoque global que tenga en cuenta las aspiraciones y legítimos intereses en los distintos pueblos implicados".

Cuando llegó a Latinoamérica, el Papa anunció su viaje a Brasil en mayo y expresó sus deseos para que se resuelvan los problemas en Colombia, Cuba y Haití.