Juan Antonio Picasso no ha estado nunca en París y sus obras se cotizan por debajo de los mil dólares, es negro y su máxima aspiración es quedarse en Cuba, la tierra donde nació hace 32 años y donde ahora muestra su obra. Juan Antonio asegura que es familiar de Pablo Ruiz Picasso por culpa de un abuelo de éste, que se casó en Cuba con una mujer de color con la que tuvo cuatro hijos, algo que en su familia, señala, tienen "completamente comprobado". Francisco Picasso Guardeño, su tatarabuelo, era abuelo materno de Pablo Picasso, explicó el joven pintor, al comentar que queden "veintitantos" Picassos en la isla, "con una gran minoría masculina. Sólo quedamos ocho hombres", dijo. Salvo su pasión por el arte y el hecho de que La Habana y Málaga, sus respectivas tierras natales, miran al mar, son pocas las similitudes que Juan Antonio guarda con el genial pintor español. Comenzó a dibujar a los diez años y tras pasar por la Facultad de Enfermería y trabajar como funcionario en un banco, logró hace un año aparcar esa vida para dedicarse por completo a la pintura. Asegura que se siente más inclinado a Antoni Tápies que a Picasso, pero desmenuza sus influencias con referencias a los cubanos Nelson Domínguez, Roberto Diago y Eduardo "Choco" Roca. Ahora expone en la capital cubana su tercera muestra personal, después de haber hecho una incursión con su obra en marzo del año pasado en Figueras (noreste de España), donde, subrayó, "funcionó muy bien". "Mixturas", como ha bautizado la exposición, recoge 31 obras en óleo, carbón, acuarela y témpera, en un glosario de guiños a la cotidianeidad cubana en el que no faltan las menciones a las religiones sincréticas de la isla o los electrodomésticos que distribuye el gobierno entre la población. En la exposición se ven peces -dice que le ayudan cuando se "atasca" en una idea- que guían al observador entre el arte abstracto de su pintura y objetos que se confunden con figuras humanas, pero no mujeres desnudas o retratos. Sus obras se venden "de momento", según puntualizó, en precios que oscilan entre los 150 y los 700 dólares, algo que establece en función del material que utiliza y el valor artístico que, para su ojo, alcanza la pieza. Juan Antonio está convencido de sus posibilidades y reconoce que el apellido ayuda en algunos ámbitos, aunque no en todos. "En el círculo de artistas hay cierto grado de fricción, se nota, pero no lo puedo evitar, o me corto la mano o me quito el apellido y no puedo hacer ninguna de las dos cosas", afirmó. Hace unos meses decidió quitarle las letras "JA" que precedían a su apellido en la firma de sus obras. "Terminé de cambiar la firma por una cuestión de facilismo, yo ya quería quitarle Juan Antonio, ya la gente me conocía y por eso firmo sólo Picasso", explicó. A pesar de la controversia despertada hace unos años por la publicación de un libro sobre la historia de los "Picassos Negros" en Cuba, asegura que con la familia de Pablo Picasso "hasta ahora no ha habido ni roces ni nada". Dice que si la familia de Picasso le quisiera respaldar "sin malas intenciones" no tendría problema en aceptar su ayuda. "Podemos hacer proyectos de trabajo porque sé que ellos todavía tienen gran número de obras, podemos hacer incluso algún proyecto futuro", afirmó. Sostiene que no le atrae la idea de vivir fuera de la isla y aunque reconoce que viajar a otros lugares le enriquecería y le ayudaría, cuando se le pregunta por un lugar para ir a trabajar responde: "yo me voy para mi Cuba". Admite que la obra de Pablo Picasso le ha influido "un poco" y tras afirmar que sería "incapaz de hacer algo de lo que pudiera haber hecho él", dice sin esconder la emoción que ver algún día sus pinturas físicamente "sería impresionante".